sábado, 31 de marzo de 2007

Correspondencia

Consulado General de Bolivia
Buenos Aires - Argentina

Clasificación: Ordinaria
Buenos Aires: 12 de marzo de 2007
CBABA 434/07

Señores
La Nación S.A.
Presente


Señor Director,

No sin profunda consternación, leímos el 8 de febrero la noticia de la intención de revocar el Premio de Novela La Nación-Sudamericana 2006, concedido en septiembre de 2006 a Bruno Morales (Sergio Di Nucci) por su novela Bolivia Construcciones.

Nos sorprende que se cuestione la primera novela de un autor argentino que retrata con simpatía y admiración la gesta de millones de bolivianos que llegaron a la Argentina para trabajar y radicarse legalmente. No menos nos sorprende que se pretenda arrojar un manto de sospecha sobre la generosidad de Sergio Di Nucci, quien, como es sabido, el 6 de diciembre firmó un contrato de donación por el que cedió los 60.000 pesos del Premio a una ONG boliviana, y se comprometió también a ceder los subsiguientes derechos de autor a la causa de la normalización documentaria de los ciudadanos bolivianos en la Argentina.

Por lo mucho que esta cuestión representa para nosotros, el 29 de noviembre de 2006 escribimos a David Choquehuanca Céspedes, canciller del gobierno del presidente constitucional de Bolivia, Evo Morales Ayma, proponiendo una condecoración con estas palabras: "al señor Sergio Di Nucci correspondería un reconocimiento de los que nuestro Estado prevé en atención para su gesto".

Los bolivianos que tenemos el honor de habitar el suelo argentino, deseamos que una cuestión tan delicada, en cuanto símbolo del estado actual de las relaciones bilaterales entre nuestras naciones hermanas, se resuelva del mejor modo posible.

Saludo a Usted con la consideración más distinguida,



Albaro González Quini
Cónsul adjunto de
Bolivia

Coming out


CINE OJO presenta una producción INCAA y MC Producciones

FOTOGRAFÍAS
de Andrés Di Tella


Competencia Oficial Argentina - BAFICI

Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires

"Este es un ensayo personal sobre mi madre, basado en una caja de fotografías que me pasó mi padre. Una investigación documental, un viaje al pasado y también un viaje real desde la Argentina, donde vivo, hacia el sitio donde ella nació y que siempre quiso olvidar: la India. A medida que intento desvelar los misterios del destino de mi madre, en una serie de encuentros con personajes sorprendentes, las vueltas inesperadas del camino revelan algo más: el descubrimiento de mi propia identidad oculta". Andrés Di Tella



Jueves 5 de abril 20hs - Hoyts 11 / Abasto
Viernes 6 de abril 13:30hs - Hoyts 11 / Abasto
Domingo 8 de abril 19:30hs - Alianza Francesa

Abasto - Av. Corrientes 3247
Alianza Francesa - Av. Córdoba 936/946



Para mayor información comunicarse con CINE OJO
Lavalle 1619 3ºD (1048) - Buenos Aires
Tel: 43 71 64 49 / 43 73 82 08
cineojo@cineojo.com.ar
www.cineojo.com.ar


viernes, 30 de marzo de 2007

Correspondencia: Sociología en estado puro

¿A ver si esto les gusta? Creo que es mi debut como sociólogo.
 

El loro de Céline

Entre otras joyas, esta página incluye una entrevista televisiva a Céline el año de su muerte (gracias, Javier).

jueves, 29 de marzo de 2007

El qué dirán

miércoles, 28 de marzo de 2007

Y todo a media luz...

Denuncia del Partido Obrero

La responsabilidad del gobierno en los cortes de luz

No es un secreto que los apagones masivos se deben a la completa falta de mantenimiento del sistema de distribución de energía. Lo que, en cambio, no se dice es que esa "huelga de inversiones" de los privatizadores ha sido formalmente pactada con el gobierno. En la "Carta de Entendimiento" suscripta entre Edesur y la Unidad de Renegociación de tarifas del ministerio de Economía (Uniren) –marzo de 2005-, se señala que "las particulares condiciones hacen que no sea posible erogar los montos previstos, por lo que se han "adoptado valores de referencia mínimos de inversión (…) que permitan hacer frente a los requerimientos más urgentes". Como consecuencia de ello, Kirchner-Miceli le han tolerado a Edesur que invierta 236 millones de pesos en vez de los 377 que debía erogar en 2005 (una "quita" del 33%) y, en 2006, 239 millones en vez de los 322 que estaban previstos en el plan original de inversiones, o sea una reducción del 25%.
De este modo, Edesur –y las otras distribuidoras- han salido indemnes de las consecuencias económicas del congelamiento de tarifas residenciales: "a menor tarifa, menor servicio" es el lema de los privatizadores. Pero también es mentira lo del "congelamiento": en 2005, el gobierno dispuso "cargos específicos" sobre las tarifas de gas y luz, para formar un "fondo" dirigido a nuevas inversiones energéticas. Con "el fondo", han ocurrido dos cosas: la mayor parte fue empleada por el gobierno para la compra de nuevos títulos públicos. La porción que se ha invertido es para la distribución eléctrica, que beneficia a grandes monopolios industriales, a los que se les ha "corregido" parcialmente la tarifa. Mientras tanto, el consumidor residencial tendrá que seguir bancándose los apagones masivos.
Edesur y Miceli-Kirchner justifican la "huelga de inversiones" en las "particulares condiciones" de una "emergencia económica" que ocurrió hace ya cinco años. Pero en el "peor momento" (2002), Edesur tuvo utilidades del ¡30%! sobre su facturación, y del 13% sobre el capital invertido. En resumen: el pueblo de la Ciudad está pagando, con la falta de luz, el salvataje de los privatizadores.
En plena campaña electoral porteña, ni Macri, ni Telerman, ni mucho menos Filmus han dicho una palabra sobre el corte que golpeó a una buena parte de "su" electorado. No puede ser de otra manera: los tres apoyan al régimen de confiscación social que, de 2002 hasta hoy, rescató a los Edesur a costa del pueblo.
Reclamamos la intervención de Edesur, la inmediata revisión de su contrato en manos de una comisión electa de trabajadores y usuarios. Que responda, con su patrimonio, para un plan de inversiones compulsivo que resuelva en un plazo máximo de seis meses las gruesas fallas actuales de mantenimiento.

Marcelo Ramal 15 5690 1943


martes, 27 de marzo de 2007

Al fondo

LA FICCION Y SUS HACEDORES: ANA MARIA SHUA

El próximo miércoles 28 de marzo, en el marco del ciclo "La Ficción y sus hacedores", organizado por Casa de Letras, la periodista literaria Silvia Hopenhayn entrevistará a la escritora Ana María Shua.
El público presente podrá cotejar sus propias experiencias de lectura o escritura a través de preguntas al entrevistado.
El Fondo Nacional de las Artes y Casa de Letras iniciaron el año pasado con este proyecto una actividad conjunta con el fin de inaugurar un espacio de encuentro e intercambio, que proyecte la expresión artística como transformadora del individuo y la sociedad.

Miércoles 28 de marzo de 2007 - 19 hs.
Casa de la Cultura del F.N.A
Rufino de Elizalde 2831 - Ciudad de Buenos Aires -

Informes: 4808-0553
Entrada libre y gratuita

Preguntan si...

Entrevista de Matías Capelli para Inrockuptibles, 111 (marzo 2007)

¿Qué podés adelantar de la reedición de Ese hombre y otros papeles personales, el diario de Rodolfo Walsh; tendrá alguna diferencia con la edición original?

Sí, tendrá diferencias. En principio, el tiempo transcurrido permitirá agregar algunos textos de los cuales no teníamos noticias. Pero lo más importante será la afinación del criterio de edición: la restitución de la mayor cantidad posible de nombres propios y el establecimiento de algunos fragmentos oscuros o ilegibles.

Entre las fisuras y tensiones más fuertes que atraviesan a la figura de Walsh está su relación con el peronismo (y después con Montoneros) y con la literatura. ¿Podrías contar un poco cómo se da ese recorrido en su diario?

Me parece que Eduardo Jozami, en su libro Rodolfo Walsh. La palabra y la acción, hace un análisis bien fino de ese proceso, desde el antiperonismo nacionalista de su juventud hasta el encuentro con Perón, su trabajo para CGT de los Argentinos y, luego, para Montoneros. Quedan claras, me parece, las aprensiones que el peronismo podía despertar en una figura como Walsh y, al mismo tiempo, el convencimiento (un dato de época) de que toda política de transformación social debía contemplar necesariamente algún tipo de relación con el peronismo (es decir, con sus bases, además de la dirigencia).

¿Se podría trazar una relación entre el alejamiento de Walsh del policial clásico, la pérdida de cierta ingenuidad política que lo termina acercando al peronismo y la escritura de la novela testimonial?

No sé si se trata de una pérdida de ingenuidad. En todo caso, fue una sensibilidad a la historia y a sus reclamos. En lo que a la literatura se refiere, la idea de la imposibilidad de la literatura tal cual había sido practicada hasta entonces (la “literatura burguesa”, para usar palabras de otro tiempo que el propio Walsh utiliza) estaba muy instalada en muchos intelectuales de la época.

¿Encontraste en el diario alguna otra fisura o contradicción fuerte que te haya llamado la atención?

Lo que recorre Ese hombre y otros papeles personales (que necesariamente debe considerarse como un conjunto parcial de textos) es la contradicción respecto de la literatura: querer escribir, no poder hacerlo; no querer escribir, necesitar hacerlo. Es, como señaló Ricardo Piglia, como el diario de un adicto cuya adicción fuera la literatura. También en esto Walsh se revela como muy moderno (muy sensible) en su tiempo y, también en esto, el hecho de que haga pasar esa contradicción aguda sobre el arte en las sociedades capitalistas a través de su propio cuerpo, nos interpela todavía.

Ya que en Walsh lo "público" terminó copando lo "privado" ¿hay lugar en su diario para alguna trivialidad, para otro tono?

No diría que lo “público” subsuma a lo “privado” (y, si así fuera, eso sucede aún en el caso de los escritores más “intimistas”), sino más bien que se trata de una articulación compleja entre lo público y lo privado, según la cual no se hace fácil diferenciar (tampoco es necesario) una cosa de la otra, porque esa separación es, en última instancia, el fundamento de las políticas burguesas de dominación.
De todos modos, el diario tiene también anotaciones que no se refieren propiamente a la política o a la escritura sino a esa resbaladiza zona que podemos llamar la “vida cotidiana”, desde el episodio cubano en el que Walsh cuenta su encuentro con una prostituta jovencícima hasta sus observaciones sobre el manejo de dinero. ¿Se trata de anotaciones que uno debe leer exclusivamente en el registro de lo privado? La verdad es que no lo sé…

En su libro, Jozami cuenta que poco tiempo antes de su muerte, Walsh venía planeando la posibilidad de escribir una novela. Un poco a partir de los últimos textos que escribió, otro poco abusando de la imaginación ¿vislumbrás algún rasgo de esa novela?

Bueno, sí, los materiales de esas ficciones últimas ("El tío Willy fue a la guerra" y "Juan se iba por el río") aparecen en el diario en reiteradas oportunidades. Pero es poco lo que se podría conjeturar al respecto con los escasos elementos a nuestro alcance.

lunes, 26 de marzo de 2007

Noches blancas

domingo, 25 de marzo de 2007

La historia se repite dos veces...

...una vez como tragedia, otra vez como farsa. Aunque no se sabe bien cuál es cuál.
En este blog, detalles para decidirlo.

Un escritor en el límite

Por Daniel Link para Radar

Ricardo Piglia comentó alguna vez que el Diario de Rodolfo Walsh se dejaba leer según la lógica de la adicción (y en el caso de Walsh el objeto de esa adicción sería la literatura).

La idea es brillante y tal vez su alcance no haya sido todavía comprendido: leemos y releemos los textos de Walsh (su Diario, sí, pero también el resto de su obra) y encontramos siempre ese deseo de abandonar la literatura -y la recaída (una y otra vez). Como para el adicto y el alcohólico, también hay para Walsh (quiero decir: para su literatura) una última vez que es en realidad una penúltima, porque siempre habrá otra después (la recaída).

Toda la obra de Walsh merecería ser leída en ese abismo que se abre entre el límite (la vez penúltima, la que se cree final pero que no lo es) y el umbral (la verdadera última vez, porque se abre a un paisaje totalmente nuevo). Límite y umbral: de esas fronteras, y tal vez de la imposibilidad de atravesarlas de parte a parte, Walsh se declaró testigo todo el tiempo (todo su tiempo), separando en esferas que pintaba con diferentes colores lo que, para nosotros es a todas luces una constelación novísima y definitiva en el firmamento.

Tal vez nos sea fácil pretender que, si no hubiera muerto, Walsh habría conseguido, finalmente, atravesar el umbral que estuvo buscando casi toda su vida, como el maniático que era (en su compulsión, fue el primero en reconocer el aire de maestra que se desprendía de su prolijísima letra, formada a fuerza de violencias corporales en la infancia). Pero, además de incomprobable, esa hipótesis es banal: porque parece sugerir que el malestar walshiano a propósito del fin de la literatura (del fin del arte) era apenas un episodio psicológico, y además porque no se entiende de ese modo que la grandeza de Walsh se mide precisamente en el modo en que se mantuvo en equilibrio en ese borde del infierno, en su incapacidad (que vivió con un dramatismo que no deja de asustarnos), sostenida, una vez más con tesón de maniático, para separar literatura, política y trabajo cotidiano.

Mucho más difícil que interpretar una pose es continuar un gesto, y sorprende que, todavía hoy, a treinta años de su desdichada desaparición, se sigan interpretando los dichos y los escritos de Walsh como si fueran poses congeladas en el pasado y no indicaciones para nuestro propio movimiento que deberíamos intentar seguir.

Pienso en la "Carta abierta la junta militar" (así se llama ese texto en los autógrafos que se conservan). Los archivistas y los historiadores podrán corregir con justicia cada uno de los datos que Walsh encuentra y transcribe para darle sentido al episodio más sombrío de la historia argentina. Pero no habrá un solo dato que, corregido, permita quitarle a ese texto decisivo de la modernidad occidental (comparable sólo al "Yo acuso" de Emile Zola) la fuerza que desde un comienzo tuvo para definir de un solo golpe lo que la dictadura era, fue (sus fundamentos, su modo de operar, su metafísica del mal y su carácter absolutamente suicida). Una vez constatada esa fuerza de discurso que hace treinta años fijó lo que todavía hoy estamos acostumbrados a sostener sin temor de estar equivocándonos (gracias a un juego complejo de potencias de la imaginación sobre las que sería reiterativo detenerse), de todos modos, para qué complacerse en una admiración sin consecuencias, detenerse, como quien contempla la estatua de un prócer, en la celebración de la pose de quien supo mostrarnos el goce constitutivo del estado de excepción, en vez de ensayar un movimiento consecuente con esa revelación.

Más importante todavía que la interpretación histórica que la "Carta" suministra es la pregunta que hace a sus lectores. Al sostener que la lucha a la que la "Carta" se refiere continuará, pero bajo nuevas formas, lo que postula Walsh como petitio, lo que la "Carta" plantea como pregunta a sus lectores, es cuáles serán esas nuevas formas de una lucha que no puede ni debe cesar.

Es en relación con esa pregunta que la actualidad de Walsh se mide (y que su último sueño se comprende mejor). De acuerdo, fue un gran escritor (imaginó formas de literatura en su época desconocidas); de acuerdo, fue un gran periodista (imaginó formas de periodismo en su época poco transitadas). Pero fue, además, un gran intelectual y lo fue precisamente por la gravedad de las preguntas que pudo plantearle a su tiempo (y, en consecuencia, al nuestro, que no ha conseguido todavía dejar de soñar la misma pesadilla).

En el mismo instante de peligro en el que Walsh entregaba la "Carta abierta a la junta militar", en otra parte, otros imaginaban una ética que proponía liberar la acción política de cualquier forma de paranoia unitaria y totalizante; abandonar el prejuicio de que hay que estar triste para ser militante, incluso si lo que se combate es abominable; soltar las amarras de las viejas categorías de lo negativo (la ley, el límite, la castración, la falta, la carencia) que el pensamiento occidental sacralizó durante tanto tiempo como formas de poder y modos de acceso a la realidad; en definitiva: no enamorarse del poder.

Se me dirá que es imposible saber si en esa dirección se habría dirigido Walsh si no se lo hubiera impedido una emboscada (de la que formaba parte la misma cita que lo llevó a la muerte). Sea. Al mismo tiempo, toda otra dirección no puede ser sino imaginaria y de lo que se trata, en todo caso, es de llevar la pregunta hasta sus últimas consecuencias, en todas las direcciones posibles, para poder decidir la respuesta que nos gustaría balbucear.

Abandonar el límite... abandonar la angustia por el límite... abandonar la busca desesperanzada de un umbral. Como ya lo habían insinuado otros: aunque encontremos ese umbral lo que es seguro es que la puerta permanecerá cerrada. No soñar el cielo, un más allá; sencillamente hacerlo, acá.

Si bien es cierto que difícilmente podría describirse a Walsh como un intelectual benjaminiano, le cuadra bien la sentencia de las Tesis de filosofía de la historia según la cual "articular históricamente el pasado no significa conocerlo «como verdaderamente ha sido» sino adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro".

Si se relee con detenimiento la obra de Walsh se comprenderá que hay una unidad en la multiplicidad aparente que la constituye (¿pero, una vez más, hay manera de dar el salto de la multiplicidad a la unidad sin perderse en los laberintos de la angustia?): todos y cada uno de sus textos, desde los cuentos de Un kilo de oro y Los oficios terrestres hasta la "Carta abierta a la junta militar" -pasando, claro, por Operación masacre, Rosendo y las investigaciones etnográficas que publicó en las revistas de moda- llevan la marca del instante de peligro.

De hecho, sería hacer poca justicia para con la intensidad de una vida que no se privó de una extrema sensibilidad en relación con los vientos de la historia, fijar su sentido en el instante en el que la muerte golpeó su puerta. Ningún martirologio dice otra verdad que el triunfo irrefutable de la muerte. Mejor es pensar que la historia relampaguea en un instante de peligro en todos y en cada uno de los textos de Walsh (ésa es la luz que les reconocemos) y que es la capacidad para detectar esos instantes, y para imaginarlos como textos, lo que permite medir el tamaño de la esperanza walshiana.

El Mesías viene no sólo como Redentor, sino también como vencedor del Anticristo. Sólo tienen derecho a encender en el pasado la chispa de la esperanza aquellos traspasados por la idea de que ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence.

viernes, 23 de marzo de 2007

Nace una estrella


Estación Pringles
: utopía reticular celebrada en la novela y la poesía por César Aira y Arturo Carrera, y que ahora se materializa en la forma de una posta poética, un lugar de paso y de intervenciones múltiples, una plataforma o una escena donde prácticas estéticas dispersas en un espacio lateral puedan agregarse, articularse, hacerse visibles. Charles Fourier y sus mundos utópicos parecían disolverse y desaparecer al cerrar sus libros; pero fue el efecto de esa disolución lo que creó luego la magnífica cita de Italo Calvino cuando escribe: "La utopía que yo busco hoy no es más sólida que gaseosa: es una utopía pulverizada, corpuscular, en suspensión."

Estación Pringles es una sociedad flexible y móvil destinada a relevar situaciones culturales mínimas, provenientes de viejas prácticas sociales y artísticas -kermeses, lectura de poemas, justa de payadores, muestras de poemas ilustrados, concursos de manchas, intercambios corales, bandas municipales de música, murgas, teatros vocacionales u otras intervenciones- para realizar "ficciones o imágenes" que propicien formas nuevas de socialización: lo que se ha dado en llamar recientemente ecologías culturales.

Estación Pringles materializa una voluntad de utopía, el sueño de una poética que flote sobre el mundo y que funde sus propias ciudades invisibles (las que inventó el mismo Calvino en su libro Las ciudades invisibles), aéreas aunque muy materiales, como los simulacros de Lucrecio, suspendidas en el borde de gala del sentido. Ciudades reticulares que dependen de la fuerza con que se las ha construido, del ímpetu, que no creemos que sea otro que el de la poesía.

Estación Pringles: centro de utopías realizables en la pampa húmeda, potencia de una realidad posible que piensa la ciudad como una fijación efímera, como un territorio musical y al mismo tiempo como un lugar de realidad política compleja.

Un núcleo intenso del proyecto Estación Pringles puede asimilarse a lo que Reinaldo Laddaga llama hoy "estéticas emergentes", es decir, reside en abrir canales de comunicación entre expertos y no expertos y producir "objetos fronterizos" mediante iniciativas de diferente índole -incluidos los adeptos a las antitendencias.

Estación Pringles funciona como una estación más de la red global y su sitio invita a las distintas personas físicas y culturales a sumarse a un proyecto rizomático, la elaboración de un circuito donde lo infinitamente local y lo ínfimamente global se enlacen, cambien sus lugares y sus formas. Donde los valores estéticos y éticos de pequeñas comunidades rurales de la pampa, como es el caso de Coronel Pringles, se articulen con los de artistas globales.

Stegmann 533, (7530) Pringles, Provincia de Buenos Aires, Argentina

Estación Pringles incita a la actividad artístico-poética, con la incorporación de nuevos vectores histórico-documentales, escriturales y fílmicos para reorganizar múltiples trabajos en el área social inmediata mediante propuestas literarias, pictóricas, teatrales, musicales, fílmicas, etc. Con los datos locales y los aportes de los artistas e inventores que pasen por la estación (y por la web) se crearán redes nuevas que ciñan modos de socialización e intervención al intercambio de recursos y necesidades, y al reposicionamiento de los saberes y valores de los mismos.

Estación Pringles es una arquitectura de flujos que articula ideas e instituciones, imaginarios y prácticas, modos de vida o sueños, formas de intercambio y otros procesos deseantes que redunden en una reorientación de las artes.

Stegmann 533, (7530) Pringles, Provincia de Buenos Aires, Argentina

jueves, 22 de marzo de 2007

Juan José Hernández


S E A

Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina

Lamentamos comunicar el fallecimiento del narrador, poeta y ensayista Juan José Hernández, ocurrido a las 21 horas del día de ayer, 21 de marzo de 2007, a causa de un paro cardíaco luego de una larga lucha contra el cáncer.

El velorio continuará en Av. Córdoba 3677, hasta las 15 hs de hoy jueves 22, hora en que sus restos serán trasladados al cementerio de Chacarita.

Juan José había nacido en Tucumán en 1931. Tras publicar en 1952 los poemarios Negada Permanencia y La siesta y la naranja, cursóAntropología en la UBA. Después de su poemario Claridad vencida (1957) se volcó al periodismo y la narrativa. En 1961 ingresó como redactor al diario La Prensa y en 1965 publicó el libro de cuentos El inocente, que le valió el Premio Municipal de Narrativa. En 1971 presentó la novela La ciudad de los sueños y en 1977, un segundo volumen de cuentos: La favorita. Les siguieron La señorita estrella (cuentos, CEAL, 1992), Así es mamá (cuentos, Seix Barral, 1996), Desideratum. Obra poética (Adriana Hidalgo Editora, 2001) y Escritos Irreberentes (ensayos, Adriana Hidalgo, 2003). En 2004 la misma editorial reeditó La ciudad de los sueños. Nuestras condolencias a los familiares y a los amigos y amigas que tanto lo quisieron.

miércoles, 21 de marzo de 2007

El inevitable blanco

por Jack London

—Jamás el blanco entenderá al negro, ni el negro entenderá al blanco, mientras lo blanco sea blanco y lo negro sea negro —dijo el capitán Woodward.
Estábamos en la taberna de Charley Roberts, en Apia, bebiendo una mezcla especial, cuya receta decía poseer directamente de Steevens, famoso por haber inventado el Abu Hamed bajo el influjo de la terrible sed que inspira el Nilo. Steevens, el de «Con Kitchener en Khartum», el que pasó a mejor vida en Ladysmith.

Sigue acá.

Correspondencia: Presentación de Muletología y ¦¦ Obertura alógena 007 ¦¦


¦¦ ea ¦¦

terminá el secundario, liquidá el terciario,

ingresá al cuaternario

¦¦ estación orbital alógena ¦¦

un jardín primitivo

apertura fase 007

viernes 23

19:30hs.

bonpland 1183

1

adentro de adentro

música devocional

(entre john donne y rajashtán)

juan puig / gabriel landolfi

2

presentación del libro

muletología

de

juan salzano

ed.tsé=tsé

3

presentación del corto

mierda del cielo

del

códex molecular

ombligo 23

http://ombligo23.blogspot.com/


// entrada libre y gratuita //


cursos a partir de abril:

2 hits de radio allox:

¦¦ la nueva carne ¦¦

por el colectivo docente

maniKhem

¦¦ nosotros, los brujos ¦¦

-nomadología de lo sagrado-

por el colectivo docente

labortorio sintético deleuziano

reseñas y programas de los mismos

en inminente tanda allogen


los esperamos

con los ombligos puestos

¦¦ ea ¦¦

martes, 20 de marzo de 2007

Gran Hermano

Y sí, más allá de la gracia, ¡stop, stop! (gracias, Moebius)

lunes, 19 de marzo de 2007

Demoliendo nuevas construcciones

por Norberto Cambiasso para Esculpiendo milagros

Decía James Anthony Froude -crítico por el cual Borges profesaba una justa admiración- que en cualquier cuestión sobre la que los hombres se encuentran en veredas opuestas existen tres alternativas: que los puntos de desacuerdo sean puramente especulativos y carezcan de importancia moral, que haya algún equívoco del lenguaje y ambas partes digan lo mismo con diferentes palabras, o que la verdad sea algo distinto de lo que sostienen las partes y cada uno asuma algún elemento importante que el otro tiende a ignorar u olvidar. En cualquier caso, agregaba, cierta calma y un buen temperamento son necesarios para comprender y oponernos con éxito a aquello con lo que no estamos de acuerdo.
Prudente consejo que los detractores de Bolivia Construcciones desconocen por completo. De allí el ensañamiento gratuito con el que muchos fustigan la persona de su autor como si este no fuera más que un vulgar delincuente. ¡Plagio!, aúllan los guardianes de la moral y las buenas costumbres; y su prédica adquiere las resonancias de una aristocrática señora que se siente traicionada por ese imperdonable descuido en el que por un instante -sólo por un instante- pareció recaer su diario de cabecera. Mientras tanto, la discusión se amplifica a través de blogs, periódicos y revistas, escritores y académicos. La mayoría opina con esa delectación tan propia de la idiosincrasia argentina que consiste en la deleznable voluntad de hacer leña del árbol caído.

2- Las reacciones histéricas a que dio lugar el affaire Bolivia no son desinteresadas. Bien vale la pena citar algunos ejemplos. Me enteré de la decisión del jurado de dar marcha atrás con el premio durante mis vacaciones, a través de una horrenda nota de Clarín que respiraba satisfacción por todos sus poros ante ese aparente desliz que, según la irrefrenable lógica del mercado, acarrearía el ineluctable desprestigio del premio de la competencia. Lógica ésta que La Nación-Sudamericana no podía menos que compartir. Sólo hay competencia allí donde se admiten presupuestos comunes y se aceptan reglas de juego que, la mayor parte de las veces, se contraponen a las elecciones individuales. En ese sentido, y aunque no pueda confirmarse más allá del terreno especulativo, la premura con que el jurado se arrepintió de su anterior entusiasmo parece directamente proporcional a las presiones corporativas que debe haber sufrido. Y hay que decir que fue el dictamen de ese mismo jurado el primero en adjudicarle al asunto esos sobretonos morales y jurídicos en los que se ha empantanado la discusión. “
La ética de un escritor, su honestidad intelectual, consiste en adjudicar a quien corresponda lo que no es fruto de su propio trabajo”, dijeron. Y Pablo Avelluto, director editorial de Sudamericana, coronaba el asunto con una amenaza que sólo por eufemismo podría uno adjetivar como velada: "Estamos muy tristes por lo que ocurrió, pero también estamos muy orgullosos del jurado del premio y muy contentos con él y con la actitud que tomó, que, por supuesto, respaldamos totalmente. Ahora, nuestros abogados están estudiando cuáles son las medidas que tenemos que tomar ante esta situación completamente inesperada". ¿Cómo no estar orgulloso de esos corderitos que, ante la primera dificultad, dieron la espalda a una novela por la que habían manifestado un desbordante frenesí y corrieron a refugiarse bajo las faldas de sus patrones? ¿Qué clase de postura podía tener en el conflicto un jurado de cinco miembros de los cuales uno es hombre de La Nación, el otro, empleado de Sudamericana, el tercero, futuro director del suplemento cultural con el que el diario de los Mitre saldrá a competir con Ñ y un cuarto, artista exclusivo del periódico en cuestión? Todos tenemos que vivir de algo y nunca es bueno morder la mano que nos da de comer. Pero convendrán conmigo en que no es ésta una gran plataforma para despacharse con sermones acerca de la ética y la honestidad intelectual. "Los lazos de esta novela con la novela clásica son firmes e imperceptibles. Son exigencias, no pavoneos, de modo que mencionarlos implica una especie de traición...", afirmaba con sensatez uno de los jurados en octubre de 2006. Y el propio autor advertía: "En Hechos inquietantes, Wilcock tomaba una frase de una narración externa: Los egipcios adoraban a las momias, y cuidaban minuciosamente sus órganos para que funcionaran cuando fuera necesario. Wilcock reemplaza momias por adolescentes. El procedimiento es utilizado en Bolivia Construcciones, insertando la palabra bolivianos por cualquier otra palabra de aires prestigiosos: momias, argentinos o alemanes. Prefiero que aquellos que aprecian ese tipo de cosas las descubran".

3- La exaltación, como ya es sabido, dejó paso a la perplejidad. Y se impuso la ley del menor esfuerzo, la misma que tantos le endilgan al autor para condenarlo de modo sumario. Ningún empeño por averiguar si razones estructurales, ligadas a los diferentes niveles en que discurre la novela, justificaban la elección de un procedimiento que sólo la cerril moralina de quienes se constituyen en testaferros del patrimonio ajeno pudo calificar con términos más dignos de la comisaría 25 que de cualquier discusión estética.
No es este lugar para demostrar que la apropiación literaria no constituye violación alguna del trabajo ajeno, que las operaciones artísticas no son reductibles a las leyes de copyright. Cualquier lector informado de este blog conoce la plunderfonía y el sampler y sabe que el reloj de quienes levantan el dedo acusatorio atrasa varias décadas. Pero hay que mencionar la pereza intelectual de un jurado que fue incapaz de indagar las relaciones productivas entre Nada y Bolivia, prefirió jugar el juego de las lágrimas y revocó el fallo anterior sin el adecuado análisis y la extensa justificación que hubiera merecido una decisión semejante.
Es cierto que no fueron sus miembros los que pronunciaron la palabra "plagio". Pero su infortunado fallo bastó para arrojar ese manto de sospecha del que tantos otros se valieron para concluir el sucio trabajo de desprestigio. Aún a riesgo de ponerse en ridículo al seguir a rajatabla el fervor policíaco de un joven denunciante indudablemente muy mal asesorado.
4- Un tono más prudente se advierte en la carta de lectores de La Nación del 23 de febrero. Allí, los cinco integrantes del jurado responden a otra famosa y, por entonces inédita misiva que, con su honestidad y buena fe características, el diario recién publicaría mucho más tarde. La condena personal parece ceder el terreno a razones estéticas. Ahora resulta que el descubrimiento de la novela de Laforet debilitaría los méritos de Bolivia Construcciones. El argumento se basa en una operación espuria que tiende a reducir la noción de intertextualidad a una identificación de "fuentes de manera que sea visible para cualquier lector". Dejemos de lado tan peculiar comprensión del concepto para no perdernos en interminables discusiones técnicas; mencionemos, sin embargo, que la Carta firmada por Jorge Panesi, Josefina Ludmer y otros intelectuales y publicada recién en marzo no menciona la palabra ni el concepto de intertextualidad.
Tampoco deja de ser curioso que se apele a una suerte de populismo de salón. De repente, el jurado se convierte en el adalid del lector común. ¿Será porque un lector común tuvo a bien advertir a los cinco notables de la existencia de Nada? No dudo que el jurado sepa ser agradecido. Lo que no entiendo es por qué es jurado, si no reivindica para sí ninguna autoridad más allá de la del lector común. Hasta donde tengo noticia, ningún premio literario ha llamado nunca a un lector común, sea lo que signifique esa abstracción indemostrable, para integrar las filas de un jurado.
Lo que se espera de éste es que no se haga eco fácil de una denuncia, ni convierta a una discusión literaria en un linchamiento moral. Las razones estéticas que aduce brillan por su ausencia. De lo contrario, debería haber contemplado al menos la posibilidad de que Nada refuerce, en lugar de debilitarlos, los méritos literarios de Bolivia Construcciones. La relectura forma parte de la literatura; las notas al pie, en general, corren por cuenta de los críticos antes que de los autores. De golpe, el pecado de Bruno Morales se reduce a una mera descortesía. No tuvo a bien informar al jurado de esos párrafos en cuestión. Y el jurado, que es agradecido pero no tolera la descortesía, obró en consecuencia. No fuera a ser cosa que perdiera credibilidad ante cualquier lector y éste no lo considerara más uno de los suyos. Porque ya se sabe, La Nación ha sido, es y siempre será el diario de la gente común.

domingo, 18 de marzo de 2007

Actitud Pasolini

Actitud Pasolini [1]
por Daniel Link

La incomodidad que provoca la figura de Pasolini (las razones por las cuales, seguramente, a Italia le costó mucho tiempo recuperar una obra que, ya desde el comienzo, estaba destinada a convertirse en la
Gran Obra italiana del siglo XX) reposa seguramente en su radicalidad (su extremismo) en todas las direcciones.
Escritor homosexual, Pasolini no puede ser recuperado como tal, en un universo (lo “gay”) cuya iconografía y cuyos “valores” son exactamente los contrarios a los propuestos por Pasolini.

Sigue acá.

sábado, 17 de marzo de 2007

Correspondencia: Escritoras/es de Capital Federal: empadronamiento por pensión al escritor

BartoloméMitre 2815 Oficinas 225 a 230

Tel.(00 54 11) 4864 8101

(C1201AAA)Ciudad Autónoma

deBuenos Aires - Argentina

escribanos@lasea.org 

www.lasea.org

 

 

Sociedad de escritoras y escritores de la Argentina

 

Empadronamiento para pedir una pensión para los escritores

 

A las escritoras y los escritores residentes en Ciudad Autónoma de Buenos Aires

 

Desde los comienzos de la SEA, incluso antes de estar legalmente constituida, mantuvimos conversaciones informales con distintos sectores políticos y administrativos para estudiar la posibilidad de conseguir una pensión para los escritores de mayor edad.

Últimamente se han producido algunos avances en las entrevistas, en las que invariablemente aparece la pregunta: "¿pero cuántos son?".

Pareciera que estamos transitando un camino que puede llevarnos a una exitosa solución. Sin embargo, necesitamos tener cifras más o menos concretas para exhibir en la mesa de negociaciones.

Por lo tanto, enviamos a socias y socios y escritores en general, no sólo para que estén informados sino también para que vayan difundiendo la noticia e informen a quienes no reciben nuestros comunicados: estamos realizando una campaña de empadronamiento. Esta campaña se realiza entre el 21 de febrero y el 21 de marzo de 2007.

El texto que sigue indica las condiciones y datos que requeriremos.

 

 

Empadronamiento para pedir una pensión para los escritores

 

La Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA) convoca a todas las escritoras y escritores residentes en Capital Federal a empadronarse con el fin de presentar una lista ante el gobierno de la Ciudad para solicitar una pensión para todos los escritores.

Para poder empadronarse deben cumplir con los siguientes requisitos:

 

  1. Las mujeres, tener 60 años o más de edad; los varones, tener 65 años o más de edad (es la edad jubilatoria para varones y mujeres que exigen las leyes nacionales).
  2. Tener residencia en Capital Federal no menor a 4 (cuatro) años.
  3. Haber publicado cinco libros como mínimo, los cuales deberán haber sido escritos en lengua española o aborigen del territorio argentino, comprendiéndose también las ediciones bilingües, todo de conformidad a las condiciones y formas que establezca la reglamentación; o acreditar una trayectoria pública reconocida que amerite la consecución del beneficio.

 

Todos los escritores que cumplan con estos requisitos pueden empadronarse por medio de correo electrónico a escribanos@lasea.org; por carta a Bartolomé Mitre 2815, 2º piso, oficinas 225 a 230; o telefónicamente al 4864-8101 los lunes, miércoles y viernes de 14 a 19 hs; presentando los siguientes datos:

  1. Nombre y apellido completos.
  2. Dirección postal en Capital Federal y, si la tuviera, dirección electrónica.
  3. Teléfono de Capital Federal.
  4. Número de DNI.
  5. Edad.
  6. Títulos de los libros editados, editorial y año de edición.

 

La campaña de recolección de datos comenzará el 21 de febrero y el plazo de admisión de datos vencerá el 21 de marzo.

 

Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina

 

jueves, 15 de marzo de 2007

Porque al fin me enojé...

... he decidido cortar (amputar) por lo sano. Me cuenta S. que los participantes que quedan en la casa de GH habrían recibido de parte del bochornoso equipo de producción del GH local la inverosimil propuesta de que ellos decidan si quieren o no que vuelva a la casa alguno de los integrantes ya expulsados (de acuerdo con la soberanísima decisión del público, que además ha tenido que pagar para emitir su voto). Que quepa en alguna cabeza vil una posibilidad semejante es una bofetada en la cara de las teleaudiencias difícil de soportar con estoicismo. ¡Cómo si uno no tuviera otra cosa para hacer que ver cómo un mecanismo se degrada! ¡Como si no tuvieramos ya cinco horas semanales de American Idol que exigen nuestra atención, nuestra empatía y nuestro debate!
A partir de esta noche, pues, se suspenden las apuestas, predicciones sobre nominaciones y otras yerbas. Y digo más: a partir de esta noche, cesa mi complaciente tolerancia para con ese engendro infame que sólo aguantamos porque era un páramo desolado la televisión del verano.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Los pasajeros del jardín

Libros recibidos

Posfacio a Una novela de mil páginas

por Leónidas Lamborghini

Prólogo

La época aguardaba que este libro fuera escrito.
Una novela de mil páginas responde a esa expectativa: la que entrevé todavía un futuro para la literatura.
Su autor, David Wapner, trabaja en la cuerda floja de esta posibilidad; su escritura lleva esa marca: la del límite y la ruptura del límite; el molde y la ruptura del molde.
Tenemos, entonces, una novela en la que cada una de sus páginas está resuelta dentro del límite de unas pocas líneas (a veces una o menos de una) pero cuya fuerza expresiva lo supera.
Fuerza expresiva, como fuerza expansiva.
"Ana López se va a bañar, pero se arrepiente. Se acuesta y transpira. Se quiere bañar pero duerme. Duerme mal y se despierta. Pero no del todo. La noche es una pesadilla, entre el deseo de bañarse y las ganas de dormir".
Otra de esas páginas:
"Félix Brum desciende de un taxi y entra a una panadería. Llega a la esquina y traga. Cruza la calle y traga".
Y esta otra:
"Escribe, escribe o hace que escribe".
Micromundos que son mundos. Ocluidos habitáculos de la fragmentación (y de la disociación que esta conlleva) habitados por criaturas que son narradas con la minuciosidad de un entomólogo que hace foco en el fragmento como si este fuera el todo; como si el fragmento se bastara a sí mismo para completarse como un todo.
Voces que nos llegan como desde las celdas de un manicomio, intempestivas, con su sonido y su furia. Micromundos cerrados sobre sí mismos y abiertos a todos los delirios de la ficción.
Páginas como licencias poéticas sucesivas, desconectadas las unas de la otras y conectadas por la misma pasión de escribirse, en un presente continuo que se abre y cierra con el recuerdo de una ciudad reducida, ya, a una duda de la estadística.
Límite y expansión del límite -paradojalmente- a partir del abrupto punto de corte con el que cesa la información y nace, violenta, la emoción.
Páginas como parodias de páginas en el soporte de una página jugando el
juego de las cajas chinas. Nombres, en profusión, de personajes o de personas que aparecen, desaparecen y reaparecen; que participan de una trama que les es común o no, cuyas vidas están, de algún modo, ligadas o no.
Vértigo de determinaciones e indeterminaciones que entrañan un conflicto con eso que llamamos realidad y que, a la vez, ponen en crisis la lectura excitándonos a proseguirla, a inventar su rumbo.
Preguntas que han de quedar para siempre sin respuestas; respuestas desde una lógica del absurdo como en Lewis Carroll, como en esta página que apenas iniciada, concluye:
"Hay una lógica. ¿Cuál? No sé."
Con palabras de Giordano Bruno: "Un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna." Así este libro.
Pensamiento del infinito en esta "novela de mil páginas" cuyo final repite el principio como en el Finnegans de Joyce.
Pensamiento del infinito que colisiona con el límite que impone la finitud. Alguien pregunta desde el encierro de su página:
"Cómo será posible arrancarse las palabras de la cabeza, arrojarlas contra la hoja, aplastarlas con el puño, hacer trizas el papel y aún sobrevivir".
Obsesividad que se traslada a la escritura y busca descargarse, repentina, en esta línea-página de sólo ocho palabras: "Todos idiotas, idiotas, manga de idiotas, ¡todos idiotas!"
Voces fantasmales pero de una contundente materialidad. Voces dirigidas a ninguno y a todos, encarnadas a veces en un nombre, por ejemplo Barnes, que juega a ser un fantasma convencido de serlo.
El narrador relata:
"Barnes creía que un reflejo que se proyectaba en el vidrio de la puerta de su cuarto era un fantasma. Se daba vuelta para mirarlo pero entonces pensaba que era él. Le explicó a un grupo de sus ex compañeros de estudio y respondió al escepticismo jocoso de aquellos con el apotegma "el tiempo me dará la razón".
Pero, en otro de estos micromundos, el paroxismo de la duda:
"Se abrió la puerta. Salió un perro, probablemente Fix. Un aroma a pan quemado se expande desde el interior. Fix regresa, a lo mejor, atraído por el olor, pero, ¿es Fix que regresa a su casa? ¿O Fix salía de una casa que no era la suya y se dirigía a la propia que dista unos metros de allí? Al menos, que no haya sido Fix sino un perro diferente. De cualquier modo, las preguntas son las mismas: ¿iba o venía de su casa?"
Y no hay más, ni va a haber más sobre Fix.
Estos escamoteos que se repiten en una escritura que tiene la fuerza de su inmediatez -la fuerza de un trazo en el papel- configuran toda una poética a la que el libro responde al igual que la puntuación. La puntuación marca el ritmo pero también el corte que hace ver y sentir como si estuviera allí lo tronchado.
Pasemos a otra página:
"Aprovechándose de esa risa antigua, que demora en relajarse debido a su falta de elasticidad, genera Silver un estado de hipnosis que prolonga el tiempo en que la boca permanece abierta y las mejillas alzadas".
Después del punto silencio eterno. No hay una palabra más, una línea más que ayude a resolver la intriga: es una novela que no sigue, apuntaría Macedonio; o mil novelas en dos líneas.
¿Hay un límite para la parodia, el grotesco, la caricatura?

En todo caso, el límite es la frontera común que esa risa tiene con el dolor; frontera común a través de la cual risa y dolor realizan sus recíprocos intercambios: este libro es su fiel registro.
"¡Lo van a matar! ¡Lo van a matar! ¡No! ¡Lo van a matar! ¡Qué van a hacer! ¡Lo liquidan! ¡Le cortan la cabeza! ¡Qué van a hacer estos! ¡Bárbaros! ¡Lo van a matar! ¡Lo matan!"
El horror a los saltos en zancos interjectivos ("¡Oh, esa mueca de lo cómico en el horror", que viera Melville).

"Han ustedes superado todas las expectativas. No hay palabras, ustedes mismos no podrían decir nada sino reírse y aplaudir. Qué días tortuosos. Qué años tan brutales. Qué brutos que hemos sido".
Hay una distancia irónica en Una novela de mil páginas que ahonda su complejidad y acaba por ajustar su tono.
David Wapner, poeta argentino, radicado hace algunos años en Beer-Sheva, Israel, me pidió por vía telefónica un prólogo. Irresponsablemente, acepté: no sabía que me iba a encontrar con un libro genial.

Leónidas Lamborghini,13-01-06

martes, 13 de marzo de 2007

Correspondencia: DIVERSA :: Novedades 2007

----- Original Message -----
Sent: Tuesday, March 13, 2007 5:58 PM
Subject: Newsletter DIVERSA :: Novedades 2007


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Buenos Aires, Marzo 2007                                          

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