lunes, 31 de mayo de 2010

De vírgenes y cholas





¡Gracias Giuseppe, por tu hospitalidad!

domingo, 30 de mayo de 2010

La isla barroca

Y Lost terminó por todo lo alto: con desmoronamientos de acantilados, religiones ecuménicas, reencuentros de personas muertas y enamoradas, disparates sin ton ni son, multiplicados según una lógica exponencial de la que no se tiene memoria en la historia de los relatos audiovisuales.
¡Explicaciones, explicaciones! Muchos esperaban las “explicaciones” que la serie había venido prolijamente escamoteando. El dilatado episodio final (dos horas y media) hizo lo que la serie mejor supo hacer siempre: diseñar escenas de intensidad sin igual (quien no haya lagrimeado ni una sola vez viéndolas, carece de sentimientos y de cualquier resto de humanidad) y abandonar la sutura entre unas y otras a una elipsis generalizada que Severo Sarduy (teórico de la elipsis-elipse barroca) habría celebrado con esa voz de ultratumba que lo caracterizaba (y tan adecuada al objeto de estos comentarios).

Y ya que estamos: Sarduy dedicó un libro entero a la política de la simulación, respecto de la cual Lost jugó durante sus seis temporadas: simuló teorías conspirativas, simuló fundamentos científicos, simuló (sobre todo) una cohesión narrativa que si funcionó bien fue por la astucia con la cual se manejaron las escenas sueltas, las elipsis narrativas y los presupuestos del relato: sí, Lost adhirió a la política del disimulo mimético e hizo de la mímesis audiovisual algo hasta ahora desconocido: no un dispositivo de representación, sino una máquina de conectar todo con todo, cualquier cosa con cualquier cosa. Agenciamientos desquiciados dominados siempre por la ironía exquisita de los diálogos, que ya repetían nuestras propias perplejidades o ya se burlaban de ellas mediante soluciones absolutamente insostenibles.
El costado más melancólico de una política semejante es la añoranza por las historias largas, la novela, los “grandes relatos” cuya crisis ya fue señalada varias veces (y que siempre fue entendida como correlativa de un cierta pérdida de referencia de la Historia y sus determinaciones). Lo heroico: haber sostenido contra viento y marea el deseo de relato y haber experimentado soluciones “postnarrativas” de alcance hoy insospechado.

(continuará...)

sábado, 29 de mayo de 2010

Adiós a la capital del "Mal del sauce"













Nación y trabajo

Por Daniel Link para Perfil

En la ciudad de Lima, capital del Perú, la Plaza San Martín es tal vez el único espacio más o menos íntegro en una ciudad que se caracteriza por su desintegración y su deshilvanamiento, como si hubiera estallado en pedazos que no consiguen (ni conseguirán jamás) juntarse.
La plaza San Martín se inauguró el 27 de julio de 1921 en conmemoración del Centenario de la Independencia de Perú, con diseño, ornamentación y jardinería a cargo de Manuel Piqueras Cotolí, que usó mucho mármol y granito, fuentes y farolas de bronce en un estilo neoclásico que la antigua Lima desconocía.
El monumento que domina la plaza representa a San Martín, el Protector, en su cruce triunfal de los Andes, diseñado por el escultor catalán Mariano Benlliure en concurso internacional.
De los muchos monumentos a los héroes de la independencia, el que ocupa esa espléndida plaza (que compite en belleza con la Plaza de Armas, en pleno centro histórico) es tal vez el más curioso de todos los que en el mundo existen. Representa, por supuesto, a un San Martín a caballo de 16 metros, muy elegante aunque no tan guapo como los Bolívares que los escultores inmortalizaron.
Debajo, sendas muchachas desnudas con los cabellos al viento (alegorías de la Gloria y la Fama), portan la guirnalda triunfal y una tercera figura femenina sostiene un bloque de piedra con la inscripción: “La Nación al General don José de San Martín”.
La curiosidad a la que antes hice referencia es un buen índice del carácter sincrético de ese heroismo: la Nación (mucho más púdica que las otras dos, ocultas sus formas, como corresponde) sostiene los laureles en alto y sobre su cabeza peinada se destaca una llama que debía simbolizar el fuego irrrefrenable de la Independencia.
No se sabe si por un error en la interpretación de las indicaciones o por una voluntad de reivindicar las cosas nuestras (en lugar de tanta cháchara napoleónica), lo cierto es que la dicha llama no es una flama sino un camélido: ese noble animal que cargó las provisiones del ejército libertador.
Tal vez todas las efemérides no sean sino esa confusión entre símbolos abstractos y trabajos concretos.

viernes, 28 de mayo de 2010

Prueba de Soledad en el Paisaje


Experiencia de creación poética en contrastación con la llanura pampeana

“…es un desafío muy importante para ciertos escritores, o para ciertos intelectuales o para ciertos espíritus, vivir con la naturaleza, fuera de la ciudad, porque si bien es muy humano y muy necesario contrastar lo que uno hace, someter a la opinión de los colegas o cómplices, lo que uno está creando, saber a qué atenerse sobre su valor, si bien ello es necesario para la conciencia poética, artística en general, lo otro, es decir la contrastación solamente con las cosas que no responden, quizás sea más determinante o más profunda en distinto sentido.”

Juan L. Ortiz

CONVOCATORIA

Estación Pringles convoca a cuatro poetas de países iberoamericanos, menores de treinta y cinco años, a experimentar de un modo literario, en plena pampa, lo que Machado y Ortiz volvieron experiencia tangible en sus libros Soledades, Campos de Castilla, Nuevas canciones (A. Machado) y En el aura del sauce (Juan L. Ortiz).

Los manuscritos de la experiencia realizada (poemas, relato breve o diario poético) integrarán un volumen que será publicado en coedición con Editorial Mansalva y que llevará como título Prueba de soledad en el paisaje.

La experiencia tendrá lugar en el Espacio Quiñihual, ubicado en un paraje rural a 550 km. de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

BASES GENERALES

PARTICIPACIÓN

1. Podrán presentarse poetas iberoamericanos/as por nacimiento (con nacionalidad vigente) o naturalizados/as, de entre 18 y 35 años de edad.

2. Deberán contar con trayectoria poética comprobable.

DURACIÓN

3. La residencia será de cuatro semanas a partir del 25 de octubre de 2010.

CONDICIONES

4. Las/los poetas participantes tendrán su espacio de trabajo en un enclave paisajístico privilegiado, en plena pampa, con vista a las serranías del sistema de Ventania.

5. Cada poeta recibirá pasajes de ida y vuelta desde su país/ciudad de origen, y alojamiento en habitaciones compartidas con régimen de pensión completa durante toda la residencia.

6. Las/los poetas seleccionados deberán contar con un seguro de salud que comprenda el período de la residencia. La constancia del mismo deberá ser enviada a Estación Pringles antes de los diez días del arribo a Buenos Aires.

7. Al término del período de residencia las/los poetas se comprometen a entregar sus escritos a Estación Pringles para su posterior publicación. Asimismo deberán realizar una lectura pública de sus trabajos y participar de un taller con estudiantes de universidades de la región.

8. La publicación de los textos producidos, en español, reunidos en un solo volumen, se realizará en abril de 2011. Los autores autorizarán la publicación de la primera edición exclusivamente a Estación Pringles.

PRESENTACIÓN

9. El plazo para la recepción de solicitudes vence el 31 de julio de 2010.

10. Las/los poetas interesados en participar deberán enviar por vía electrónica a pruebadesoledad@estacionpringles.org.ar , la documentación siguiente:

  1. Formulario de solicitud debidamente completado y firmado. Debe incluir copia de documentos expedidos por el gobierno del país de origen que certifiquen la identidad, fecha de nacimiento y nacionalidad del/la postulante, y copia de pasaporte vigente (excepto postulantes argentinos residentes en el país).

11. A la documentación anterior deberá anexarse (archivos PDF):

  1. Currículum actualizado, en el que deberá consignar lo más sobresaliente de su trayectoria literaria (extensión máxima, dos páginas).

  2. Una breve carta explicando las motivaciones e interés en la “Prueba de soledad en el paisaje”.

  3. Lista de publicaciones e información que compruebe o respalde el material publicado: copia de portadas del libro, antologías o revistas literarias en donde se incluye su trabajo.

  4. Una selección de textos de su autoría, escritos en español, que considere representativos de su producción (deberán estar debidamente identificados con nombre, título, fecha de publicación, etc.).

SELECCIÓN

12. La selección de las/los postulantes estará a cargo de un jurado de escritores especialmente designado por Estación Pringles.

13. Los criterios de selección se basarán en la excelencia artística de las/los postulantes, con independencia del país de procedencia y de condiciones de género.

14. El Acta de Selección con el nombre de las/los poetas será publicada el 16 de agosto de 2010 en www.estacionpringles.org.ar

15. Estación Pringles contactará vía correo electrónico a los poetas seleccionados para confirmar su participación y coordinar su viaje a Buenos Aires, de donde partirán hacia la sede de la residencia. Será responsabilidad de cada postulante verificar que los datos de contacto proporcionados en el formulario de solicitud sean correctos y revisar con frecuencia su correo electrónico para responder avisos enviados por ese medio.

16. Las/los poetas que resulten seleccionados deberán confirmar, como fecha límite el 23 de agosto de 2010, su disponibilidad para realizar la experiencia mediante correo electrónico dirigido a pruebadesoledad@estacionpringles.org.ar . En caso de no realizar la confirmación en el plazo estipulado, el postulante será dado de baja.

17. Las/los poetas seleccionados deberán firmar y devolver, como fecha límite el 30 de agosto de 2010, la documentación que les será enviada vía correo electrónico por Estación Pringles en la que se establecerán las condiciones de la residencia. Sin su firma la misma no podrá efectuarse.

ACEPTACIÓN DE LAS BASES Y DE LA RESOLUCIÓN DEL JURADO

18. Estación Pringles se reserva el derecho por razones de fuerza mayor de modificar las fechas consignadas en las Bases de la presente Convocatoria.

19. El aviso por parte de Estación Pringles de la recepción de la documentación enviada por los postulantes no implica que la misma cumpla con los requisitos pedidos. El postulante será el único responsable de que el envío de la documentación solicitada cumpla con todos los requerimientos en tiempo y forma.

20. El fallo del jurado será inapelable.

21. La presentación del postulante implica la aceptación de las Bases de la Convocatoria y el contrato a suscribir para la realización de la experiencia.

Consultas: pruebadesoledad@estacionpringles.org.ar

Urbanismo comparado

(Lo dice alguien que ama Firenze mucho más que Venezia) It's a fact: al lado de Cusco, Florencia es como Miami y al lado de Garcilaso (el Inca), Garcilaso (de la Vega) es la Mona Giménez. Proust, por todas partes:

jueves, 27 de mayo de 2010

No se puede estar en todo

Prometo cumplir con lo que se me reclama y volver sobre Lost, pero paciencia... Como dice el título de esta entrada, "No se puede estar en todo" y estoy ocupadísimo con los pormenores del Simposium Internacional al que he sido invitado:

miércoles, 26 de mayo de 2010

Hitler vs. los guionistas de Lost



(¡Gracias, Christian!)

martes, 25 de mayo de 2010

Feliz bicentenario!!!!!



lunes, 24 de mayo de 2010

Lost

de Daniel Link
paraEugenia Link,
Tomás Link
fecha24 de mayo de 2010 23:44
asuntoLost



¿Ya vieron el final? Por supuesto, tenía razón yo.
Beeeeeeeeeeesos

DL

Paseo de las virreynas
















domingo, 23 de mayo de 2010

Lost, novela beckettiana

por Daniel Link para Radar

Me apresuro a tranquilizar a los espíritus conservadores y a los partidarios de la pseudo literatura impresa en Barcelona: no vengo a decir que Lost sea una novela, porque Lost es mucho más que eso: es “lo novelesco sin la novela”, eso sobre lo cual no cesó de reflexionar un instante Roland Barthes.
Lost no es sólo, por lo tanto, el mejor programa de televisión jamás realizado hasta el momento, ni tan sólo una extraordinaria película de una duración desusada, sino un experimento estético-cultural de una dimensión tan abrumadora (y desarrollado, para colmo, desde el corazón de la chatarrería) que nos costará reponernos de sus efectos tóxicos: ¿Qué habremos de ver, después de Histoire(s) du cinéma y de Lost? ¿Sobre qué conversaremos en las fiestas? ¿Dónde habremos de buscar las preguntas que importan en relación con nuestro propio presente?
Lost no es (nunca fue) una serie episódica, sino un relato unitario, clasicista (realista) y arcaizante (lo mismo puede decirse de Kafka, de Beckett, de Pasolini). Al mismo tiempo, Lost se postuló como la narración del final de los tiempos y del más allá de la Historia, y se interroga cómo y por qué, habiendo ya perdido la humanidad sus rasgos y sus propiedades (habiendo desaparecido el "ser humano" como tal), la guerra, la violencia y la destrucción siguen existiendo y, sobre todo, cómo el relato sigue existiendo.
Tiene, en ése y otros muchos aspectos, un antecedente célebre: El arco iris de gravedad de Thomas Pynchon. Como aquella novela insoportable movilizó todos los saberes para decir sencillamente que no sirven para nada, porque lo que siempre brilla (por delante o por detrás) es un conflicto primitivo entre la autoctonía, que nos devuelve siempre al barro del que alguna vez salimos, y la poiesis y su movimiento ascensional (conflicto encarnado en la figura de esos mellizos cuyas tribulaciones dominaron, con mayor o menor evidencia, la serie entera).
Como en El arco iris de gravedad, se parte también en Lost de vastas e improbables hipótesis científicas que, de pronto, conectan (de acuerdo con sistemas de agenciamientos un poco demenciales) con mitologías olvidadas, divinidades insepultas y conflictos primitivos sobre los modos de aparición y de organización de lo viviente.
Por eso, Lost no ha escatimado ni uno solo de los motivos de interrogación de las formas-de-vida: las comunides utópicas (es decir, inoperantes), el buen salvaje, las conspiraciones, los modos de la reproducción, la isla desierta, la familia, las instituciones y las líneas de mando, los Estados "enemigos" del Imperio (Corea, Iraq), los órdenes aberrantes (desde los "seis grados de separación" hasta las “ecuaciones de Valenzetti”), los enfrentamientos.
Todo lo que sucedió en Lost (la guerra, en primer lugar) se ordenó en relación con ese conflicto primitivo entre lo que domina el cielo (el avión de Oceanic) y las fuerzas de la tierra (campos magnéticos, pozos, subterráneos, la “fuente de la vida”). El loophole barroco, el rulo espacio-temporal que relaciona una cosa y la otra y que finalmente encuentra el hermano de Jacob, es el mismo a través del cual se cuela la historia que llega hasta nosotros para decirnos que, aunque no haya Historia, horrenda paradoja, siempre habrá guerra.
La sexta temporada (una vez que, como en las grandes obras de Beckett, todo hubo terminado ya una vez con la explosión de la bomba de hidrógeno que hundió para siempre el pie de cuatro dedos y todo lo demás) hizo de la simetría y de lo especular su motor narrativo (el juego de espejos deformantes, el bien y el mal, las repeticiones, los cruces y los quiasmos, etc.). Todo, como en las Historia, vuelve a suceder (el eterno retorno, Godot, Happy Days).
Si alguien, ¡todavía!, es capaz de sostener que Lost no ha sido pensada como forma novelesca ya no será por mera ignorancia (por no haber leído a Kafka, a Beckett o a Pasolini), sino por necedad y estupidez, la misma que, por necesidad estructural, caracterizó a ese personaje insufrible, Jack Shepard, destinado a perderse por igual en los laberintos de la historia y del relato, porque Jack es el personaje que mejor representa (mucho mejor que Hurley, por supuesto) a ese exasperado y exasperante telespectador de Lost que siempre está pidiendo más de lo que las imágenes pueden darle: un sentido que, por definición, se presenta como inalcanzable.
Ya desde el comienzo, con sus prolijas retrospecciones, Lost había indicado lo esencial de su política narrativa, organizada mediante flashes de presente y rememoraciones intercaladas. El método, convencional hasta la náusea, tuvo siempre en el cine la utilidad (nada menor) de evitar las largas peroratas explicativas. Pero, además, en Lost tienen un valor teórico: sirven para decir que toda historia está siempre horadada (incluso, que la Historia es lo agujereado) y que esos huecos de sentido son los que sostienen la intriga: “¿pero entonces...?”, “¿será que....?”, etc. El sentido no está en lo que se presenta sino en lo que es impresentable: el trazo de una ausencia. Lost hace de lo no dicho una regla dorada y una política ciertamente inquietante.
Esos agujeros del relato, lo que nos falta saber (el saber como falta), es lo que sucede (fragmentariamente, según la lógica del disco rayado que Lost explicitó, creo, en su cuarta temporada) ante nuestros ojos. No hacen falta explicaciones. Lo que pasó, lo que pasará, lo que hubiera pasado, lo que habría de suceder nos será mostrado en las pocas horas que faltan para que Lost termine para siempre.
Después, seguiremos discutiendo si está bien o mal tal pormenor de la trama, si es sensata o peregrina la resolución de aquella situación ya casi olvidada. Lo mismo sucede en los velorios, cuando los deudos recuerdan a sus muertos y empiezan a contar anécdotas. Jack, que es la taradez del mundo, no en vano se quejará, en alguna de las mil y una versiones de Lost, de que le han perdido el cadáver y le han arruinado el servicio fúnebre ("Quería terminar con esto lo antes posible", dice). Y no en vano Locke (o la nada que se esconde en esa imagen) le contestará que la potencia es lo que importa: la potencia (el deseo) de relato, y no la brutalidad de los hechos.



sábado, 22 de mayo de 2010

Bienes gananciales

por Daniel Link para Perfil

El sentido común quiere que cuando dos padres se separan, los mayores perjudicados son los hijos. Dicho de otro modo, cuando una alianza entre poderosos se rompe, quienes pagan los platos rotos son los que menos poder tienen.
Como asistimos, desde hace meses, a un divorcio litigioso propiamente a la italiana (C'eravamo tanto amati) entre el poder regente y el multimedios Clarín, convendría detenerse, más allá de los daños colaterales (habría que tener en cuenta la lección de La guerra de los Roses), en la repartición de bienes, sobre todo en estas semanas de celebraciones patrióticas.
¿Qué habrá en el armario de los bienes gananciales? La televisión por cable, ya lo sabemos, la internet, la radiodifusión que tan generosamente antes se puso en manos de Magneto & Co. ¿Pero qué más, qué mas?
En estos días, Clarín ha presentado la colección de siete libros (y sus correspondientes discos compactos) El gran libro del Teatro Colón, que despliegan las historias, anécdotas y episodios más destacados de esa casa lírica ahora recuperada para el pueblo. “¡Pero ese matrimonio marcha viento en popa y a toda vela!”, se me dirá. Por cierto, y ésas son las ventajas de la poligamia: el romance entre Clarín y la alcaldía no ha sido mellado por desavenencia alguna.
Pero
Clarín también pagó, con la generosidad de doble filo que siempre caracterizó al grupo en todo lo relativo a temas culturales (la Feria del Libro, el BAFICI, ¿qué serían sin Clarín?) la catalogación del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes, que puede (mal que bien) prescindir de la ampliación que alguna vez se proyectó pero no puede, a esta altura de los tiempos bicentenarios, carecer de un catálogo razonado de sus tesoros (muchos de ellos, completamente sepultados en enmohecidos depósitos), a cambio de lo cual obtuvo el derecho de reproducción y distribución de ese catálogo de mil trescientas páginas como fascículos cuyo lanzamiento está previsto para fecha incierta, precisamente porque aquí el patrimonio (los bienes gananciales) han sido afectados por el loco divorcio cuyas razones últimas (o primeras) los súbditos y los lectores (¡los hijos!) jamás conoceremos.
Los convenios firmados en las épocas en las que el Sr. Magneto, porque tenía cubierto siempre puesto, entraba cuando quería a la residencia presidencial con un vinito bajo el brazo (“¡Néstor, querido!”, “¡Cristina, cada vez más linda vos, eh?!”, “¡Jorge, qué alegría!, ¿viniste solito?”) son ahora la pesadilla cotidiana del Sr. Coscia, que no sabe cómo deshacerlos sin levantar una tormenta de imprevisibles consecuencias.
Por lo pronto, los correspondientes sellos de la Fundación Noble y de
Clarín ya fueron retirados del catálogo (¡bicentenario!) que está en imprenta. Pero llegado el momento de lanzar los fascículos es de prever que “el monopolio” no dejará que le tiemble el pulso para hacer cumplir los convenios y recuperar aunque más no fuere alguna parte de lo empeñado (¡las alhajas!) en agradables noches de arrumacos mutuos.

viernes, 21 de mayo de 2010

Dicen que...

A literatura é um arquivo (Os Fantasmas de Link)

por Raúl Antelo para Punctum

Numa entrevista concedida a Isabel Stratta, em 2003, Daniel Link, dizia que uma

    diferencia notable entre la literatura y otras artes como el cine, es que el cine envejece más. La literatura, como una especie de vieja dama digna, envejece mejor. A mí me gusta mucho ver películas viejas, pero es cierto que las películas viejas son aburridas. No se pueden ver del mismo modo, uno está acostumbrado a otro montaje, a otro estilo de actuación. Hay que hacer un esfuerzo de teoría para poder ver una película, aunque sea de Hitchcock o de Einsenstein: se necesitan los códigos de época. Por ejemplo: ¿por qué a alguien se le plantea en algún momento colorear las películas en blanco y negro? Eso con la literatura a nadie se la hubiera ocurrido. Corregir, agregar. A nadie se le ocurrió corregirle la sintaxis a Sarmiento. Me parece que la literatura en ese punto sigue siendo una de las artes más inmunes a los cambios de la tecnología.

Admitamos que, se a literatura é imune, é porque ela é igualmente auto-imune. A literatura é não-literária. Ela é extremamente voraz1 ou, como diria Link, “la literatura tiene cierta capacidad de incorporarlo todo”.

El texto completo de Raúl Antelo, acá.

Déjame que te cuente, limeña...




















jueves, 20 de mayo de 2010

Preguntan si...

por Carolina Goth para el vernáculo

Leyendo entrevistas que te han hecho, encuentro que te mostrás optimista sobre la producción literaria argentina del momento.

¿Cuál creés que es la tarea del periodismo cultural frente a ella? (y esta pregunta sería una excusa para llegar, en un diálogo imaginado, a la función de los suplementos, los premios, festivales y ferias).

No sé si “optimismo” es la mejor manera de predicar una constatación: creo que la literatura argentina actual es interesante por varias razones: hay muchos proyectos a partir de los cuales imaginar un debate sobre el lugar (la forma y la función, usando jerga vieja) de la literatura en relación con el presente. Los autores ya consagrados (Fogwill, Cozarinsky, Aira, Carrera) no dejan de publicar intervenciones decisivas en este punto, y los jóvenes multiplican sus formas de ejercitar la literatura según horizontes novísimos que ponen en entredicho toda sospecha de “fin de la literatura”. Comparada con otros aspectos de la producción estética (el teatro y la música, en primer término, tan castigados en los últimos años), la literatura argentina sigue mostrando un vigor inigualable. No hay misterio en eso: se trata de la práctica que menos necesita del ala protectora del Estado, tan ausente hoy en el diseño de políticas para las artes.

Por supuesto, todo esto sucede también a espaldas de las políticas de las grandes editoriales, cuya estrategia sigue siendo esperar que algo “cuaje” para capturarlo, pero en ningún momento se atreven a tomar riesgos. La política de “premios literarios”, tan desacreditados últimamente por los escandalosos casos de corrupción que se han revelado, nada tiene que ver con la literatura sino, apenas, con el marketing de ese producto tan extraño, el libro. Curiosamente, los jocosos traspies de los jurados de los “grandes premios” (que terminan premiando, oh casualidad, lo ya contratado) potencia los otros premios, los “premios pequeños” patrocinados por fundaciones pobres (Estación Pringles, por ejemplo) o por municipalidades (el premio Musto de Córdoba, por ejemplo), cuyo prestigio no deja de crecer. De Ferias y Festivales ya se ha dicho casi todo y no vale la pena insistir en la farsa que promueven.

En cuanto a los suplementos literarios, creo que están atrapados entre el deseo de actualidad y la obediencia a las líneas hegemónicas, todo lo que desemboca no exactamente en un relativismo valorativo según el cual cualquier cosa equivale a cualquier cosa, sino más gravemente un pluralismo según el cual meramente se festeja lo existente sin mayor análisis de sus condiciones de existencia.

Si en el Centenario, cuando Martín Fierro era convertido en la épica nacional, se instituía la argentinidad con sus exclusiones:

-Hoy, en la política cultural oficial de los festejos, ¿quiénes se están quedando fuera de “los argentinos”?

Creo que la situación entre 1810 y nuestros días es tan diferente que parece que habláramos de dos países diferentes. ¿Imagina alguien conferencias de un poeta a teatro lleno, con asistencia de la presidencia, sus ministros y sus edecanes militares? Somos hijos del multiculturalismo, y está bien que así sea: ninguna ilusión totalitaria puede hacer presa de la literatura, que tanto acepta experimentos como los extravíos nómadas de Edgardo Cozarinsky (Blues, 2010) como las inscripciones migratorias de Bruno Morales/ Sergio Di Nucci (Grandeza boliviana, 2010). Cito esos ejemplos porque son precisamente los que mejor amplifican el sentido de lo nacional, es decir: lo borronean, y n hacia la pérfida “literatura internacional” que imprimen los catalanes sino hacia una concepción que es puro afuera, ilimitado, lo abierto y la transformación de “la tierra” no en terruño patriótico sino en desierto sin fronteras.

-En el campo cultural en general, desde la literatura (si es que continúa rigiendo o canalizando los sentidos sociales) a la escuela,

¿qué líneas se defienden, aparecen más visibles o mejor visibilizadas?

No, no creo que la literatura conserve ese lugar de síntesis de los sentidos socialmente admitidos o culturalmente aceptados. Además, nuestro presente tiene la forma de la guerra civil. Y esas batallas son, también, batallas de discurso.

Leyendo aquí, me queda la impresión de Internet como un último bastión de la “ciudad letrada” de Rama.

¿Describirías los atributos de ese nuevo intelectual que la habita? ¿Qué armas tiene, cuáles son sus debilidades? Sobre todo, ¿contra quién o qué pelea?

No estoy seguro de haber aspirado a una identificación tan total, pero en todo caso, sí a líneas de continuidad entre un pasado “glorioso” y un futuro incierto. La lógica de la ruptura y los saltos temporales me parece excelente para describir el universo de lo estético, pero la cultura es otra cosa y necesita de referencias “viejas” y poleas de transmisión. Si un “nuevo intelectual” puede existir (pero creo que no) será el que mejor adecue su existencia a la ecología nodal y reticular que define nuestro tiempo. No se puede, ya, pontificar, porque los lugares de enunciación se han multiplicado hasta el infinito. Armas, herramientas y debilidades son las mismas: la ubicuidad, la imaginación paranoica, las comunidades imposibles. ¿Contra qué o quién se pelea? Contra el terror, es decir: contra el terrorismo que es siempre (y en primer término) terrorismo de Estado. Debemos luchar contra el cumplimiento de las siniestras utopías del capitalismo (arruinarlas desde dentro) y en contra, también de las reterritorializaciones compensatorias que el Estado produce. Debemos luchar contra las políticas de fronteras cerradas y ciudadanía de segunda clase. Lo que está en juego, hoy lo sabemos, no es la libertad, esa entelequia, sino la felicidad.


Entre el blog y el e-book, hay mucha aparente preocupación por la muerte del libro y aún de la literatura. ¿Cómo lo ve alguien que aún puede escribir un ensayo sobre la imaginación literaria?

No importa tanto que algo vaya a morir sino la superviviencia de eso a su propia muerte. En la década del treinta del siglo pasado hubo debates intensos sobre la superviviencia del ser humano a su ocaso final y definitivo: ¿cómo sería esa forma de existencia totalmente posthistórica? Sabemos que aquel debate estaba fundado en premisas falsas. Hoy, más módicamente, podemos debatir sobre la superviviencia del libro a su propia muerte: ¿cuál es la forma de existencia de la literatura después del “fin del arte”? Las imágenes, en todo caso, tienen más memoria y más potencia que quienes las perciben, establecen una onda mnemónica que atraviesa las eras, nos alcanza y nos supera.


martes, 18 de mayo de 2010

Descansa en paz



La Casa editrice Feltrinelli saluta Edoardo Sanguineti
La biografia e tutti i materiali audio/video del sito Feltrinelli sul poeta e critico letterario, esponente di punta del Gruppo '63, autore teatrale, saggista, studioso di Dante morto 18 maggio 2010.

lunes, 17 de mayo de 2010

Lo abierto

Dos libros de despareja factura vienen, sin embargo, a complementarse para formar una imagen de “lo argentino” (y su literatura) infinitamente más agradable que las chillonerías enfáticas de la voz metropolitana (es decir porteña) y de su contracara, una cierta “literatura internacional” perpetrada por escribanos con el léxico neutro y las matrices de sentido que tan bien aceptan (y tanto reclaman) los consumidores europeos y sus agentes catalanes.
Son libros en los que, rara felicidad, se recupera una experiencia de cosmopolitismo que nada debe a las falsas mieles de la globalización, sino más bien a un desgarro en las cárceles de las identidades nacionalitarias. Libros, si se quiere, anacrónicos e inoperantes y que por eso dan a nuestro tiempo (que necesita de una ética de lo anacrónico y la inoperancia, de la inactualidad y la desobra) una esperanza que, por todas partes, nos falta.
El primero es Blues de Edgardo Cozarinsky (Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2010, ISBN 978-987-1556-26-7, 140 págs.).
En octubre del año pasado, Cozarinsky nos había regalado
Lejos de donde (Buenos Aires, Tusquets, 2009, ISBN 978-987-1544-45-5, 176 págs.), una novela perfecta como un sueño inducido por la felicidad que se integraba a la serie de los “falsos pasaportes” que el autor atesora y cultiva. A comienzos de este año, Cozarinsky estrenó en el BAFICI el delicadísimo experimento Apuntes para una biografía imaginaria que, con la excusa de un reordenamiento de los archivos del cineasta traza, en efecto, unos apuntes (mucho más teóricos de lo que Cozarinsky estaría dispuesto a admitir) sobre el estatuto y el alcance de las imágenes que nos constituyen. Ahora, Blues viene acompañado de Galaxia Kafka, una antología de relatos en que no se sabe bien si Kafka es su pretexto o su secreta condena. En todo caso, son cuatro títulos que, en pocos meses, ponen a Cozarinsky en el lugar que siempre tuvo entre nosotros, el de una presencia imprescindible que siempre modifica la manera en que pensamos nuestra relación con el mundo.
Blues
se abre con un texto sobre la guerra de Malvinas en el que brilla en las primeras líneas una anécdota que tiene a la madre de Cozarinsky como protagonista. En una conversación telefónica (a través del Océano), el autor se entera de que su madre está organizando con sus amigas una rifa a beneficio de los soldados que se llevaría a cabo en el “Queen Bess de la avenida Santa Fe. Cuando me atreví a señalarle que me parecía un poco ridículo que montaran el evento en ese lugar, pensó que me refería a su reducida capacidad y me explicó que habían intentado contratar el Saint James o el King George, pero que estos ofrecían condiciones menos favorables...” (pág. 7-8).
Con la delicadeza que lo caracteriza, Cozarinsky evoca a su madre muerta no para imponernos una pena sino una complicidad que sobrevive a la ausencia (“Los contratos firmados con los muertos nos obligan para toda la vida”, pág. 49). La anécdota y la pincelada (una vez más, el “apunte”) son las matrices de composición de Blues, que recupera textos sobre lugares, amigos, situaciones en los que la insinuación (el sentido apenas insinuado, como si se tratara de algo que conviene no mostrar del todo) reclama una cierta complicidad por parte del lector, involucrado de manera sistemática en el texto mediante el sencillo recurso de los puntos suspensivos [(puntos suspensivos) se llamaba, precisamente, la primera película (1971) de Cozarinsky, de la cual sobreviven algunos tijeretazos en Apuntes para una biografía imaginaria], cuya importancia en Blues no puede ser subestimada porque son lo que precisamente señalan la singularidad de aquello que se dice: no sólo el sentido suspendido [en algún periódico alemán u holandés, suele contar Cozarinsky, en su momento, una errata quiso que la película pasara a llamarse (putos suspensivos): ...
Un como pudor o como amabilidad (de Cozarinsky podría decirse lo que él mismo dice de Pezzoni en
Blues: “Quisiera señalar algo que de tan modesto corre el riesgo de quedar tácito: su profunda, invulnerable bondad”, pág. 119) que involucran al lector en el texto y en las circunvalaciones de unos razonamientos sobre los que se nos pide que sostengamos idéntica cuota de identificación y de distancia.
Volvemos al comienzo: ni la identificación enfática del
self glorificado (un argentinismo que, no por bicentenario, merece que perdure) ni la identificación con los lugares previstos por la cultura industrial (global) cuyas maquinaciones arrastran a la literatura (internacional) a un balbuceo torpe que repite más de lo mismo desde una anomia que lejos de aparecer como la condición de posibilidad de una ética es la ruina de cualquier forma de imaginación.
La posición que surge de estos libros que me llegan al mismo tiempo es extravagante (vagan por un exterior que es el campo inmanente de lo abierto) y, como queda dicho, inactual. Con cierta melancolía se refiere a esos asuntos Cozarinsky en alguna semblanza:
“La política y los talk shows iban a exhibir en décadas posteriores tal elenco de freaks que por contraste escritores y artistas parecen hoy relegados a una irremediable cotidianidad” (pág. 24-25), que parece replicada en el final de otra estampa: “Eran tiempos en que la literatura era tomada en serio...” (pág. 39, donde brillan otra vez los puntos suspensivos).
¿Qué será un libro de literatura argentina, en ese contexto? Cozarinsky se compara con Joseph Roth, “que se quería súbdito del Imperio Austro-Húngaro sin por ello dejar de reinvindicar su condición de judío, así como yo me siento sobre todo argentino...” (pág. 63): un argentino extravagante para quien el mundo es un campo de operaciones, sí, pero que no puede ni quiere desprenderse de esas briznas de historicidad a las que el propio pasado lo obligan y con las cuales sostiene una relación de
responsabilidad. ¿No fue siempre lo criollo esa mezcla entre autoctonía (la fuerza de la tierra) y poiesis (la autoconstrucción del self)?
Susan Sontag, Paul Bowles, esos amigos con los cuales Cozarinsky ha firmado un contrato del mismo alcance al que se deja leer en sus evocaciones más familiares, trazan el círculo mágico de una errancia y una im-pertenencia, es decir: una participación en las cosas del mundo, donde el equilibrio entre autoctonía y poiesis (tan difícil) y el juego entre identificación y distancia (tan inestable) son el punto de partida para una investigación no sé si metafísica, pero sin dudas ontológica. En un autor insospechado de toda predilección por la cháchara postestructuralista, hay una sentencia que es mucho más que un chiste: “Basta que asome el fantasma del positivismo lógico para elegir la metáfora, la ficción, la metafísica. Si la alternativa es Mario Bunge, el único refugio es Heidegger”. (pág. 110)

El otro libro que, si no me equivoco, participa (tal vez no con la misma felicidad) del mismo espíritu es
Grandeza boliviana de Bruno Morales/ Sergio DI Nucci (Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2010, ISBN 978-987-1673-03-2, 176 págs.). Después de Bolivia construcciones, era necesaria esta segunda novela para demostrar que aquella novela (y aquel escándalo) no eran sólo una ocurrencia del momento ni una “operación” sólo destinada a irritar a la hegemonía mediático-literaria.
Bolivia construcciones
, y ahora Grandeza boliviana, hieren de muerte todo el autoengaño de la “globalización”, los grandes premios, las adaptaciones cinematográficas... Lo que en Cozarinsky es asunción plena del cosmopolitismo, aquí es cosmobolitismo en su versión más hardcore. En un caso y en otro se trata de la intervención de la voz propia con voces extranjeras o, si se prefiere, de una caja de resonancia donde voces propias y ajenas alcanzan un estatuto de interrogación radical.
Debo decir, sin embargo, que no entendí del todo
Grandeza boliviana y que el texto no es de fácil lectura porque lo primero que uno sospecha es que debe estar plagado de citas y referencias destinadas a hacer pisar el palito a los espíritus nobles. Superado ese escollo meramente psicológico, el texto reúne un conjunto de apuntes antes más que menos deshilvanados a través de los cuales Morales entrega algo así como un relato cotidiano pero, sobre todo, un “modelo de conciencia boliviana”, si tal cosa fuera posible (que lo sea o no no es un dato menor en esta novela).
Lacónica,
Grandeza boliviana encuentra precisamente en lo menor (una comunidad y una lengua minorizadas dentro de una lengua mayor) sus razones de existencia y, en ese sentido, los fragmentos que el libro reúne son equivalentes a los que se dejan leer en Blues, aún cuando, en este caso, las líneas generales de articulación del relato se nos escapen o aparezcan debilitadas hasta el desasosiego.
En un caso o en otro, la literatura (argentina) se abre hacia lo abierto: se postula como aquello que, por definición, no puede coincidir consigo mismo salvo en abismo, salvo
en un abismo de indeterminación donde no se sabe ya bien quién habla, quién escribe y quién lee... (uso los puntos suspensivos cozarinskianos deliberadamente).
Ni
Blues ni Grandeza boliviana aspiran a definir un “ser” sino negativamente. El exilio y la extravagancia, con sus diferentes matices en los dos libros, plantean una errancia donde la única posible recuperación es indirecta y todo lo que creemos poseer se nos revela como una desposesión definitiva: “Ídolos, fariseos, SEPULCROS BLANQUEADOS”, se lee casi al final de una novela (pág. 169) que, sin duda alguna, postula el conjunto de figuritas según las cuales creemos percibir la voz del otro como una mera idolatría. Una teoría de las imágenes que es no tanto una iconología sino una iconoclasia.
Al devolverle a las imágenes y a los gestos lo que les es propio (su movimiento),
Blues y Grandeza boliviana, por diferentes vías, tematizan el mismo problema: la autocomplacencia en el presente, la autocomplacencia del presente (esa guerra que nos involucra...).



sábado, 15 de mayo de 2010

La exigencia intelectual

Por Luis Gusman para Ñ. Revista de cultura

Esta reedición de
Conciencia y estructura está prologada por Diego Peller, quien llevado por cierta moda de la época utiliza el nombre de Walsh como si fuera un significante flotante que funciona de manera binaria, complementaria, con autores tan disímiles como O. Lamborghini o Masotta, lo cual produce una contigüidad desopilante. Esta manera de leer llevado por el demonio de la analogía lo lleva a aplicar una teoría de la marca a partir de una anécdota relatada por Jorge Lafforgue sobre su amigo Oscar Masotta. En esta anécdota Masotta hace alarde de la marca de su corbata. Este elemento, junto con otro, tomado de "Roberto Arlt, Yo mismo" (texto incluido en estos ensayos donde por su índole autobiográfica y construcción del personaje, Masotta declara su dandismo inglés y su fascinación por cómo vestía Marcelo Sánchez Sorondo hijo), lleva a más de un malentendido. De estos dos elementos y apoyándose en una referencia a Derrida sobre el precio, el prologuista concluye de manera tan precipitada como torpe.

El texto completo de Gusman, acá.

Agentes de la eficacia

La eficacia de los agentes

por Daniel Link para
Perfil

La semana pasada pensé que el Sr. Fogwill continuaría con la serie de vergüenzas que, en relación con los sistemas de premiación y representación literarias, venía revelando en las semanas previas.
Para mi decepción, esta vez lo escuché decir (cuando leemos textos escritos por personas que conocemos la experiencia de la escucha siempre se impone) que “la disfunción eréctil, que afortunadamente ataca a viejos y a jóvenes cuya vida no merece reproducirse, tendría que ser para sus víctimas un tema de meditación, pero se ha convertido en un argumento de la industria de consumo para que sigan tributando”.
Dejo de lado la, tal vez limitada, asociación de sexualidad y actividad reproductiva, y el darwinismo implícito en el lapidario juicio sobre los derechos reproductivos (que desembocaría en sombrías utopías eugenésicas). Dejo también de lado el pormenor (en absoluto despreciable) del uso del viagra como droga recreativa e, incluso, me abstendré de caracterizar la intervención del Sr. Fogwill como.... feminista (es decir: anti-falócrata). En el fondo, el Sr. Fogwill quiso regalarnos su modernísima versión de aquella vieja sentencia italiana que hacía coincidir la gradación del “vigore bene”, el que “mengua” y el “nulo” con prácticas rimadas, a todas luces poco reproductivas. En lo esencial, coincido con el Sr. Fogwill, que coincide con Pasolini, que coincide con...
Yo, de todos modos, hubiera esperado más. Quiero decir: que recordara, por ejemplo, el caso de aquel noble escritor que en cierta ocasión suspendió su agenda de compromisos sociales porque (así lo decía al teléfono) tenía que terminar una novela que iba a ganar un premio catalán. Ignoro si hubo agentes (literarios o químicos) involucrados.

viernes, 14 de mayo de 2010

Bicentenario

17grises editora y el Gobierno de la Ciudad de Bahía Blanca
presentan
la colección
"BAHÍA PIENSA EL BICENTENARIO"

17grises editora y el Gobierno de la Ciudad de Bahía Blanca se complacen en presentar los primeros 12 títulos de la colección "Bahía piensa el Bicentenario", que busca dar cuenta de la diversidad, la complejidad y, por qué no decirlo, las dificultades implícitas en la conformación de una historia y un campo intelectual en la ciudad de Bahía Blanca. La serie inicial incluye autores y textos que, más que célebres, deben ser considerados clásicos de la producción literaria e intelectual bahiense en ediciones críticas anotadas y prologadas por especialistas y referentes de la Universidad Nacional del Sur. Incorpora además ediciones revisadas y aumentadas de los textos más importantes de los autores pertenecientes al célebre movimiento poético bahiense de "Poetas Mateístas". E incluye, finalmente, la novedosa edición de textos y autores que, nacidos y formados en la ciudad, se inscriben entre lo más activo del campo literario nacional.


Héctor Ciocchini, Temas de crítica y estilo
Estudio preliminar: Lic. Nieves Agesta
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
140 p.; 14 x 20 cm. (Colección: Lindante / materiales)
ISBN: 978-987-1724-05-5

“El despliegue ilustrado con que Ciocchini traza vínculos muchas veces inéditos entre saberes en apariencia heterogéneos no deja de sorprender. La historia de las ciencias, del arte y de las ideas, la emblemática, la filología y la estilística, la literatura, la antropología y la arqueología se entretejían en un proyecto de “historia total”, asentado sobre una concepción holística de la vida social tal como la han formulado los investigadores de la Historia cultural en las últimas décadas.” N.A.

Héctor Ciocchini nació en La Plata (1922) y fallecio en Buenos Aires (2005). Dirigio el Instituto de Humanidades de la UNSur (Bahía Blanca) entre 1956 y 1973. Realizo estudios e investigaciones en el Warburg Institute de la Universidad de Londres sobre temas de iconografía y de retórica. Fue poeta y profesor de estilística, literatura medieval y del Siglo de Oro española. De sus ensayos cabe destacar: Góngora y la tradición de los emblemas (1960),Los trabajos de Anfión (1969) y El sendero y los días (1973).



Vicente Fatone, Extremismo y 'nihilismo' en la filosofía oriental
Selección y Estudio preliminar: Lic. Guillermo Goicochea
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
192 p.; 14 x 20 cm. (Colección: Lindante / materiales)
ISBN: 978-987-1724-04-8

“Uno de los gestos más interesantes de Fatone, además del dominio específico de los temas, es que su precisión teórica y su profundo conocimiento no se ven nunca empañados por un lenguaje oscuro, distante, oxidado, complicado o acartonado. Su saber no está reñido con la belleza de la expresión poética ni con la claridad de un lenguaje amable, preciso, generoso. Esto lo hace poseedor de una singular virtud: conjuga al pensador-ensayista y al filosofo-escritor sobre un doble conocimiento (Oriente-Occidente) y un notable rigor expositivo.” G.G.

Vicente Fatone nació y murió en Buenos Aires (1903-1962). Filósofo y docente de la UBA y primer rector de la UNSur (Bahía Blanca) se interesó por el pensamiento oriental y desarrolló una obra filosófica singular. Entre sus obras se destacan El budismo nihilista (1941);Introducción al conocimiento de la filosofía de la India (1942); La existencia humana y sus filósofos (1953); El hombre y Dios (1955) y Ensayos de religión y mística (1963).


Jaime Rest, Ensayos sobre cultura y literatura nacional
Selección y Estudio preliminar: Lic. Maximiliano Crespi
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
164 p.; 14 x 20 cm. (Colección: Lindante / materiales)
ISBN: 978-987-1724-03-1

“Estos trabajos se desplazan desde la trajinada dicotomía sarmientina y la profunda reflexión de Joaquín V. González sobre las condiciones de nuestra identidad cultural a la imagen de un desgarramiento nacional trasfigurado en dolor personal en Martínez Estrada. Ponen en confrontación las irónicas tesis borgeanas sobre ‘El escritor argentino y la tradición’ y las notas arltianas sobre el idioma de los argentinos, el tango de Homero Mansi, y la búsqueda de una lengua nacional en los escritores argentinos. Es decir: piensan y asumen la relación de la cultura y la literatura argentinas con lo nacional entendido como esa forma de lo colectivo que configura identidad y pertenencia, y permite pensar proyectos y desmitificar destinos.” M.C.

Jaime Rest (1927-1979) fue crítico, ensayista, traductor, editor y docente en la UBA (junto a J. L. Borges) y en la UNSur. Entre sus libros más destacados están Literatura y cultura de masas(1967), Tres autores prohibidos (1968), El laberinto del universo (1976) y Mundos de la imaginación (1978).


Eduardo Mallea, Meditación en la costa
Estudio preliminar: Lic. Raúl Iriarte
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
104 p.; 14 x 20 cm. (Colección: Lindante / materiales)
ISBN: 978-987-1724-06-2

“Lo mostrado en esta breve obra literaria de Eduardo Mallea constituye ya parte de sus intensas reflexiones acerca del hombre y su entorno cultural. En este sentido nos encontramos ante un texto valioso para los tiempos actuales, pues nos incita al diálogo fecundo dentro de nosotros mismos y con los otros en este complejo y difícil tiempo del Bicentenario en que intentamos esbozar, y si es posible determinar o develar, la profunda naturaleza del hombreargentino. En esto radica la actualidad del texto malleano; por eso como bahienses lo proponemos con sano orgullo intelectual.” R.I.

Eduardo Mallea (1903-1982) nació en Bahía Blanca. Fue célebre como narrador y ensayista. Entre sus obras más destacadas están: Historia de una pasión argentina (1938), Cuentos para una inglesa desesperada (1941), Fiesta en noviembre (1944), La barca de hielo (1944), Todo verdor perecerá (1945), La ciudad junto al río inmóvil (1954) y Chaves (1968).




Enrique Banchs, Ciudades argentinas (selección)
Estudio Preliminar: Lic. Omar Chauvié.
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
172 p.; 14 x 20 cm. (Colección: Literal / texturas)
ISBN: 978-987-24530-9-1

“La destreza técnica del autor le hace ganar a los textos el rango ejemplar de la ilustración, de la fotografía, del documento gráfico. Su escritura es una herramienta que muestra, que exhibe. En ese sentido, es revelador el modo en que organiza, en que dispone el material de cada crónica. En casi todos los casos, la ciudad recibe al viajero con una panorámica, como una foto o un encuadre cinematográfico que comienza muchas veces en una toma general y va hacia rasgos puntuales, de una paisaje propio o de un episodio histórico que representa la ciudad, donde se avanza hacia el detalle en que se destaca la luz, el sonido o los aromas como elementos generadores de belleza. Y no es raro que abunden las brumas modernistas que dan lugar a la mezcla de las sensaciones y los sentidos”. O.Ch.

Enrique Banchs nació en Buenos Aires en 1888 y murió en 1968. Entre sus libros de poemas se destacan: Las Barcas (1907); El Libro de los Elogios (1908); El Cascabel del Halcón (1909), y La Urna (1911).



Sonia Budassi, Periodismo
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
116 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / imaginaria)
ISBN: 978-987-1724-00-0

¿De qué hablamos cuando decimos “la redacción”? ¿Sabías que “alguien” escribe las notas anónimas en los diarios? ¿Qué es un buen periodista? ¿Se puede llorar en los baños por miedo a perder el trabajo? ¿Tenés baño en tu trabajo? ¿“Esclavita” es un apodo simpático para la nueva o expone una forma de ver al Trabajo? ¿De quién hablamos cuando decimos que el periodismo es malo? ¿Sabés lo que es militar? ¿Y si “preferirías no hacerlo” qué te dicen? ¿Quién imprime los afiches de las marchas? ¿Sabías que un paro es una herramienta de negociación y no un cliche? ¿En qué pensás cuando almorzás en tu trabajo? ¿Con quién almorzás? ¿Un “compañero” puede ser “un amigo”? ¿Quién te recomendó este libro? ¿Cómo elegís los libros que leés?
Lucas Funes Oliveira

Sonia Budassi nació en Bahía Blanca en 1978. Escritora, periodista cultural y cofundadora del sello editorial Tamarisco. Ha publicado Los domingos son para dormir (Entropía, 2008), Mujeres de Dios (Sudamericana, 2008) y Apache. En busca de Carlos Tevez. (Tamarisco, 2010).


Ezequiel Martínez Estrada, La inundación y La cosecha
Estudio Preliminar: Lic. Fabián Wirscke.
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
112 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / imaginaria)
ISBN: 978-987-1724-02-4

“Martínez Estrada construye un universo narrativo que se deja contaminar, tanto por las oscuras fuerzas colectivas y el irremediable destino que pesan sobre sus personajes, como por los procedimientos literarios de Kafka. El déficit histórico, la falta de rigor crítico, el intuitivismo propio de su prosa ensayística (algunos de los puntos negativos señalados por sus detractores), se transforman y ceden paso a cuadros pesadillescos, enmarcados en mundos cerrados sobre sí mismos y a la concurrente imposibilidad de redención de los personajes de una fatal condición de seres desvalidos y abandonados.” F.W.

Ezequiel Martínez Estrada nació en 1895. Fue escritor, poeta, ensayista, crítico literario y biógrafo autodidacta. Comenzó su carrera en la revista Sur, pero años más tarde se alejó de ella por diferencias ideológicas. A su vuelta de Cuba, donde fue director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Casa de las Américas, se radicó en Bahía Blanca. Allí completó sus libros sobre José Martí y sobre Balzac, y finalmente falleció en 1964.



Roberto J. Payró, Pago Chico
Estudio preliminar: Dr. Sergio Pastormerlo
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
212 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / imaginaria)
ISBN: 978-987-1724-01-7

“Los elementos del mundo ficcional de los cuentos de Pago Chico (un pueblo con dos diarios enfrentados en la lucha política entre cívicos y oficialistas) se apoyan en las experiencias de Payró en Bahía Blanca, pero también en los viajes por otros pueblos de la provincia. En sus cuentos, se ve claramente que, pese a su anticriollismo, Payró no era incapaz de combinar con realismo lo que el moralista hubiera preferido separar: las buenas intenciones, la mezquindad de la estupidez, el imperio de la simpatía y las crueldades de la mera frivolidad.” S.P.

Roberto Jorge Payró fue célebre un escritor y periodista argentino. Nació en Mercedes (1867) y falleció en Lomas de Zamora (en 1928) pero vivió largos años en Bahía Blanca donde fundó el periódico La Tribuna, publicó sus primeros artículos periodísticos y escribió gran parte de su obra narrativa.




Sergio Raimondi, Poesía civil
17grises editora, Bahía Blanca, 2010. (2da ed. revisada y corregida)
136 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / texturas)
ISBN: 978-987-24530-7-7

“Escritos en su gran mayoría entre fines de 1999 y mediados de 2001, estos poemas son contemporáneos de las modificaciones económicas, políticas y sociales consolidadas durante las dos presidencias consecutivas de Carlos Menem y la hegemonía de la convertibilidad.” S.R.

Sergio Raimondi nació en Bahía Blanca en 1968. Fue integrante de los Poetas Mateístas. Poemas suyos aparecieron en Diario de Poesía y varias antologías nacionales y latinoamericanas. Poesía civil (Vox, 2001) fue traducido al alemán y editado en 2005 por el sello WVB de Berlín. Ha traducido a W. C. Williams (18 Whiskies, 1993) y a Catulo (Catulito, Vox, 1999), además de publicar textos críticos sobre Sarmiento, Alberdi, Martínez Estrada y Lamborghini entre otros. En 2007 recibió la beca Guggeheim por el proyecto "Para un diccionario crítico de la lengua". Actualmente dirige el Museo del Puerto de Ingeniero White y es profesor de Literatura Contemporánea en la UNSur.





Omar Chauvié, Ernesto Guevara quiere ser Papá Noel
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
128 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / texturas)
ISBN: 978-987-24530-8-4

“me hubiera gustado llegar a viejo
tener esta barba canosa
más canosa
dejar encanecer estos cabellos hasta la tonalidad más reluciente
cruzar la noche en trineo
esquivar estrellas
como antes en la gilera
mirar para abajo
y ver cómo
todo santa clara se despierta
santa clara –santa Claus”

Omar Chauvié nació en Jacinto Arauz (La Pampa) en 1964. Actualmente reside en Bahía Blanca. Integró el grupo de Poetas Mateistas. Es profesor en la UNSur. Coordinó los talleres literarios del Club Universitario y de la Escuela Normal Superior. Editó Hinchada de metegol (Vox, Bahía Blanca, 1998) y El ABC de Patrana (Vox, Bahía Blanca, 2003).


Mario Ortíz, Al pie de la letra
[Cuadernos de lengua y literatura vol. 5]
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
128 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / texturas)
ISBN: 978-987-24530-5-3

“El librito es un muestrario de tipografías: un alfabeto completo en mayúsculas y minúsculas por cada página, y en cada página un estilo distinto.Nada más cercano a la simplicidad de una sola idea, sostenida desde la primera página hasta la última, exactamente como el cartel de la CASA IUALE. El libro está sobre el escritorio; a su lado hay una cantidad de hojas amarillentas con anotaciones.” M.O.

Mario Ortíz nació en Bahía Blanca, en 1965. Es profesor de Literatura por la Universidad Nacional del Sur. Publicó Cuadernos de Lengua y Literatura (Vox, Bahía Blanca, 2000),Cuadernos de Lengua y Literatura vol.2 (El Calamar, Bahía Blanca, 2001) y Cuadernos de Lengua y Literatura vol. 3 (2005).







Marcelo Díaz, Es lo que hay
[Berreta + Diesel 6002 + Laspada]
17grises editora, Bahía Blanca, 2010.
96 p.; 14 x 19 cm. (Colección: Literal / texturas)
ISBN: 978-987-24530-6-0

“Algo que comparten estos tres libros a primera vista tan distintos es el trabajo con la escasez y la restricción, el atenerse a una consigna, la de manejarse con lo que hay a mano: hacer un patio con malvones y cisnes de cemento, hacer barroco con grasa y pedregullo, pelear la permanencia a fuerza de barrer el área a patadas.” M.D.

Marcelo Díaz nació en Bahía Blanca en 1965. Formó parte de los Poetas Mateístas. Actualmente trabaja en Ferrowhite, donde coordina el proyecto Archivo White de Teatro Documental. Ha publicado Berreta (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1998), Diesel 6002 (Vox, Bahía Blanca, 2001) y Laspada (El Calamar, Bahía Blanca, 2004).






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