miércoles, 17 de abril de 2013

Mala Fariña

por Jorge Boimvaser para DiarioVeloz.com (director: Samuel Gelblung)


Leonardo Fariña: la historia que nunca te contaron – Primera parte




Leonardo Fariña: la historia que nunca te contaron – Primera parte
Verano del 2012, no hay apuro para relatarla de golpe. Sería un desperdicio hacerlo. Así que vamos por partes.
Erase una vez (así comienzan los cuentos de antes), un muchacho simpático, indolente, vago y tan insolvente que ni ameritaba le entreguen la tarjeta SUBE, aunque viajaba siempre en bondi y juntaba las monedas para darle de comer a la maquinita a cambio del boleto de cada día.
Era el ceniciento que soñaba con fortunas, mujeres, jet set y esas engañosas melodías de fama rápida y vacía. Hasta entonces solo se había topado con caballos lentos y mujeres rápidas.
Ya se sabe que en el mundo del deporte existen cazadores de estrellas. Maradona y Messi captados desde chiquilines son solo un par de ejemplos de miles.
En las redes sociales, una estructura más complicada e invisible rastrilla como un Gran Hermano en las sombras a la búsqueda de talentos para ser incorporados en Consultoras de Marketing y esas cosas. También el espionaje de las grandes potencias olfatean por computadoras y programas ultra sofisticados la posible presencia de individuos que ameriten ser puestos en sospecha por presuntos o potenciales terroristas.  Algún dia contaremos cómo funciona el mayor satélite espía: Echelón.
Lo que pocos conocen es que también las grandes bandas casi convertidas en leyenda, como la de Luis Valor y la Garza Sosa, seleccionaban entre los violentos de las barriadas marginales a los personajes más adecuados para integrar sus organizaciones de ladrones de bancos y blindados. Tarea nada fácil, pero que esos chicos malos de los 90 sabían como nadie.  Un casting tipo reality para elegir delincuentes de alta gama no solo sucedía -¿o sucede aún?-  en la Argentina, sino en otras partes del mundo.
Y en el mundo de los delitos complejos, la trama es aún más desconocida para el común de los mortales. Por caso: los grupos de hackers que trabajan en el negocio del espionaje industrial, donde las leyes aún difusas no concuerdan en cuáles son los límites legales de las acciones, ya existe una premisa o regla general que uno de esos nerds se la contó al autor de este informe hace un par de años, en el lobby de un hotel céntrico.
"Nosotros tenemos un acuerdo de palabra con el FBI y los organismos policiales. Jamás tocamos dinero de los bancos, no nos metemos en transferirles dinero a nadie de sus cuentas bancarias a las nuestras. Pero a cambio de que nos dejen trabajar en lo nuestro sin interferencias, lo que hacemos es detectar redes de pedofilia y prostitución infantil que se mueven en el ámbito de Internet, y se lo entregamos gratuitamente para que ellos se encarguen de desactivarlas",  nos decía el joven hacker.
Claro, lo de ellos no es tampoco fabricar y distribuir por Internet agua bendita,  pero las reglas del trabajo sucio por espiar a los rivales en el mundo de las grandes corporaciones tiene sus códigos precisos en esa industria virtual y multi millonaria.  En ese terreno también abundan los cazadores de talentos. La oferta y demanda de espías virtuales es parte del mundo sofisticado a que nos llevó la tecnología y que parece no acabará nunca.
Y ahora entrando en nuestro caso, ciertos delitos como estafas complejas no están al alcance de cualquiera. Son los más difíciles de detectar por las agencias de seguridad de todas las Naciones. Es que cuando algún estafador de alto rango descubre una nueva modalidad, recién los agentes de inteligencia comienzan su labor.  Como en el caso del traslado de drogas, las organizaciones delictivas siempre llevan un paso adelante que sus cazadores.
Así fue que hace un par de años desde la fachada de un lujoso restó en Puerto Madero, un personaje que ostenta con llamativa impunidad varios vehículos de alta gama, yates y aviones privadas, venía siendo observado por varios organismos locales e internacionales deseosos de conocer el origen de sus ingresos.
Un par de vuelos privados por semana a Colonia (Uruguay) y otros movimientos extraños, fueron filmados desde hace no menos a  los dos años. Sospechas muchas, pero para caerle encima con una órden judicial no alcanzan las sospechas.
Este personaje se cree fue quien importó de España a un grupo de africanos especializados en lo que se llama en la jerga de la falsificación de monedas,  la transa de los dólares negros.
¿De qué se trata? De una estafa de presunta falsificación química de billetes de 100 dólares. Una prestidigitación que los africanos llevaron a Europa engañando a miles de ingenuos y quedándose con millones de dólares a cambio de entregarles dólares falsos aparentemente verdaderos.
Facundo Pastor hizo una cámara oculta con ellos, o posiblemente la cámara oculta la hicieron otros y se la concedieron. Por ahí puede encontrarse la filmación y nos ahorramos el trabajo de describirla.
Estos africanos ya no tenían espacio de movimiento en Europa y nuestro hombre en Puerto Madero los "importó" a la Argentina.
El gastronómico ya había tenido una experiencia falsificando un bono y entrampando a un Banco local que después fue auditado por el BCRA. Sin embargo, el restó de Juana Manso del personaje de esta historieta, solo era vigilado pero ninguna órden judicial permitía requisarlo.
Ese intrépido personaje que trajo a los africanos a Buenos Aires para falsificar "dólares negros", fue el "cazador de talentos" que una tarde descubrió que el pibe simpático, entrador, indolente y loco por fama, aunque era un insolvente total, tenía cualidades que un buen director técnico sabe aprovechar en el terreno de juego. Había que prepararlo para jugar en las ligas mayores.
Así fue como se conoció con el entonces ignoto Leonardo Fariña. El pibe que ni ameritaba una tarjeta SUBE.Veremos cómo siguió la historia en las próximas entregas.

Leonardo Fariña y los peligros de jugar con fuego – Segunda parte

Quien haya visto La Gran Estafa o cualquier tanque similar de esos que produce Hollywood, tiene presente que los personajes que intervienen en esas..¿fantasías? nunca llegan a codearse en el reino de los poderosos andando en subte, bondi o bicicleta. Las películas los muestran de entrada luciendo autos de alta gama, porque una vez más –en el cine- el arte imita a la vida.
El universo de los delitos complejos, recuérdese los dos grandes golpes botequeros (Banco Río de Acassuso y el Provincia de Belgrano),  requiere una tríade de elementos indispensables: Excelente información, inteligencia para armar el golpe y bastante dinero para organizar la logística del delito. Quien no reúne esa cualidad, no puede ser más que un arrebatador callejero, un  punguista de subte o un simple motochorro.
Ya sabiendo estos detalles elementales, vamos al fondo de la historia. Leonardo Fariña llegó a la "cueva" montada en restó de la calle Juana Manso en Puerto Madero con las monedas justas en el bolsillo pero con su labia intacta. Al pibe no lo amedrentaba pasar necesidades y privaciones, su ambición desmedida por salir de ese estado social (obvio, sin tener que laburar como el común de los mortales), lo llevó a apostar fuerte en un mundo para él desconocido (lo cual le agrega una dosis extra de riesgo mortal para quienes no conocen los códigos de la timba delictiva). Jugó y sigue jugando con fuego-, hasta ahora la suerte está de su lado. Pero como todo en el Universo es circular, hoy se está arriba y mañana se baja, veremos qué se sabe de su vida en un tiempo no demasiado lejano.
Los "bads boy" del restó de Puerto Madero tenían una información clave. Un grupo de empresarios poderosos intentaban lavar dinero no declarado realizando inversiones en Uruguay.
Un fuerte comercializado inmobiliario de Punta del Este, Alejandro Perazzo Inmobiliaria, tenía en venta un predio de 300 hectáreas en la dorada zona de Laguna Garzón, la zona top en la cual adquirió una chacrita recientemente Susana Giménez. El nombre del campo en venta: El Entrevero.  Valor de una fracción del predio : 4 millones de dólares.
Leonardo Fariña tenía que utilizar sus dotes de simpático, entrador e histriónico para llegar a los inversores locales haciéndose pasar por un presta nombres confiables.
Entonces sus descubridores de Puerto Madero pusieron a su disposición un suntuoso garaje de autos importados para que fuera a cada reunión en un vehículo diferente, obvio, todos de alta gama y con papeles en orden. Tenía que impresionar a sus nuevos interlocutores y lo consiguió con creces. Como en aquellas películas del Lejano Oeste, donde se levanta un pueblo con maquetas dibujadas sobre cartón, Leonardo fariña construyó una imagen de pibe poderoso sobre la maqueta de los autos prestados.
¿Cuál era su linaje para justificar tan joven esa ostentación?
Jugó con ellos –con los millonarios a los que habría de representar- una carta temeraria. Tan joven y sin antecedentes familiares que describieran su origen aristocrático, había que tener una excusa creíble. Y de su boca salió la mentira que después corrió de boca en boca por el mundillo político y farandulero: Se hizo pasar por hijo extramatrimonial de Néstor Kirchner. El ex Presidente ya había fallecido y a nadie se le podía ocurrir indagar en la intimidad de Cristina Fernández para conocer la posible veracidad de la versión dada por el propio Fariña.  Fariña lo contaba casi como un secreto de esos "por favor, que nadie se entere, que no salga de este círculo".

En Casa de Gobierno habían despedido de mala manera a la anterior secretaria de Kirchner, Miriam Quiroga,  y el horno no estaba para hacer bollos ni consultas fuera de lugar. De hecho, Miriam Quiroga tenía su familia constituída y jamás se pensaba que ella hubiera podido ser la madre de Fariña.
En ese mundillo sutil donde no todo lo que reluce es oro, lo último que puede hacer alguien precavido es preguntar.
Leonardo Fariña decía haber recibido una suma de dinero con la que su modo de vida le justificaba andar en autos de alta gama y tener además solventes contactos en el campo de las inversiones inmobiliarias en lo más top del Punta del Este.
Fue aceptado en esa comunidad de inversores y se dio a la tarea de adquirir el campo El Entrevero en nombre de terceras personas y con toda la parafernalia de contradocumentos que se establecen en estos casos.
Cruzó un par de veces el Río de la Plata, siempre acompañado –a la distancia- con algunos de quienes le habían descubierto su capacidad de comediante en las grandes ligas de los homónimos de La Gran Estafa.
Sus dos destinos principales fueron el comercializador de El Entrevero (Alejandro Perazzo),  y una escribanía dedicada a los negocios de alto vuelo en el Uruguay: Escribanía Pitaluga.
Leonardo Fariña les dijo que representaba un grupo inversor argentino, que estaban dispuestos a adquirir el predio en 4 millones de dólares, pero que en los papeles debía figurar una cifra mayor: 14 millones de dólares.
Hasta ahí todo parecía normal en ambas orillas del Río de la Plata. Ya se sabe que en estos negocios nadie anda con millones de dólares bajo el brazo. Hay giros y transferencias bancarias y cuentas nuevas y viejas que mueven esas fabulosas cifras que nunca pasan por la Aduana donde están los perritos rastreadores de dólares de la AFIP.
Pero las mezquindades del alma humana tampoco faltaron en esta historia.
Y fue precisamente por esas mezquindades que saltó la bomba de escándalos en cadena que pusieron la figura de Leonardo Fariña en boca de todos. Los detalles que continuaron después los relataremos en nuestra próxima entrega.
Aún la sangre no llegó al río.  "Por ahora, solo por ahora.."  como relata el amigo Marcelo Araujo.

Leonardo Fariña: "Pibe, hacete mediático antes que te maten" - Tercera Parte

Antes de responderla veamos el orden de los sucesos que se fueron dando en torno a la compra del campo El Entrevero, en Laguna Garzón, Punta del Este.
De no haber sido por los brotes de mezquindades y avaricias tan comunes en el universo de los negocios turbios, esta historia no se estaría relatando y Mr. Fariña jamás hubiera accedido al estrellato y al pánico real que lo acecha por las noches (dicho por alguien que lo trató de cerca).
Los agentes inmobiliarios, legales, impositivos y comisionistas que orquestaron la operación de la compra del campo, aceptaron la condición de escriturarlo por 14 millones de dólares cuando en realidad recibían por la propiedad 4 millones.
Pero dejaron en claro que todos los impuestos y comisiones que se debían pagar eran por la suma escriturada, no por el dinero recibido.
Ignoramos la forma en que se giraron los 14 millones, pero Fariña embolsó los 10 millones en alguna cuenta bancaria y se fue al exterior a vivir lo que era su sueño de rico gratis.
La inmobiliaria uruguaya Alejandro Perazzo Inmobiliaria, Escribanía Pitaluga y otros dos comisionistas partícipes del negocio se negaban a la escrituración hasta no saldarse las cuentas como marca la legislación uruguaya.
El primer avistaje de Fariña en Miami despertó la inquietud de las agencias de seguridad de los EEUU.  Sin tarjeta de crédito y gastando fortunas a lo pavote, no hay que ser un genio para sospechar que el joven estaba teniendo actitudes propias de los nuevos narcos que descuidan la apariencia.  Los viejos jefes herederos de Don Pablo Escobar Gaviria y el resto, ya son prolijos en eso de hacer ostentaciones que no pueden justificar.  A Fariña se le pegaron los agentes federales del USA y en medio del hostigamiento y la acechanza tuvo que volver de urgencia a la Argentina.
Aquí lo esperaban malas noticias.  Los operadores inmobiliarios de Punta del Este se negaban a la escrituración definitiva argumentando que sin las comisiones por los 14 millones de dólares no había negocio posible. Y su participación sobrefacturando el negocio en 10 millones de la moneda yanky había corrido como reguero de pólvora.
En la memoria colectiva estaba el recuerdo de los tres jóvenes asesinados en lo que se conoce como la masacre de General Rodríguez (Forza, Ferrón y Leopoldo Bina), el rumor que los mataron un grupo de sicarios llegados del exterior y que se habrían ido después del crimen, que también ellos habían querido "mexicanear" a gente poderosa,  y alguien le dijo al oído un consejo que quizás fue lo que le salvó la vida en su momento:  "Pibe, hacerte mediático antes que te maten".
Siempre se dijo que la agente aduanera María Luján Telpuk –quien descubrió la trama del valijero venezolano Antonini Wilson-  se protegió de las posibles venganzas en su contra regodeándose en el mundo de la farándula y sus desnudos le dieron protección en medio del odio de quienes habían visto abortada su maniobra.
Leonardo Fariña siguió el mismo camino que Telpuk, para no terminar como Sebastián Forza y sus socios.
Siguiendo la línea del pensador neo aristotélico Jacobo Winograd ("billetera mata galán"),  no le fue difícil conseguir novia y esposa mediática con quien presentarse en sociedad y huir provisionalmente de sus nuevos enemigos.
Lo que siguió de ahí en más es historia casi conocida. El rumor colectivo de su posible filiación con el ex Presidente Kirchner le dio algún tipo de respaldo de seguridad personal, aunque también hay que recordar que en el mundo del delito los piratas arribados de improviso nunca tienen aseguradora que les extienda una póliza de vida.
Fariña devolvió los autos de alta gama que le habían prestado, adquirió una Ferrari y un BMW blindado y cada vez que pasó por un espacio televisivo deslizó que estaba siendo amenazado de muerte. No denunció las amenazas a la justicia pues habría tenido que relatar su historia real, y así caería en su propia trampa.
Desafiando al destino, recientemente vendió ambos vehículos, alquiló junto a su mujer (a quienes algunos ya denominan "la viuda") una casa en Punta del Este pagando 25.000 dólares y ostenta sus dineros en las narices mismas de los personajes a los que les birló 10 millones de dólares.
Dice que en marzo estará un tiempo en el exterior, aunque su personalidad (repetición compulsiva, es el síndrome que describe al delincuente que vuelve una y otra vez a la escena del crimen) posiblemente lo traicione nuevamente.
Mientras tanto, el campo El Entrevero pasó a otras manos una vez pagadas las cuentas pendientes. Un economista de origen radical (a quien se lo conoce como "el testaferro del Punto G".) es el nuevo titular de la costosa propiedad que compite en el mundo de las grandes inversiones esteñas  con el campito de Susana Giménez.
El futuro de Leonardo Fariña es un enigma que ni él mismo puede descifrar.  Estos personajes son descartables en el mundo donde intentan hacer pié. La crónica diaria que nunca se publica está plagada de tipos que se atreven a querer volar más alto que los capo mafias (sean narcos, financistas lavadores, estafadores, falsificadores de alta gama,  etc).
Mueren acribillados salvajemente como en General Rodríguez o bajo la modalidad conocida como "que parezca un accidente". 
La joya cinematográfica de Luc Besson El Profesional, en la cual una familia entera es masacrada después que un narco de bajo vuelo se manda una pirateada de cocaína a un agente de la DEA (magistrales actuaciones de Gary Oldman, Jean Reno y la entonces niña Natalie Portman), es ficción pura pero copiada de la realidad de todos los días.
La codicia sigue haciendo de las suyas y personajes como Leonardo Fariña seguirán apareciendo siempre. Tan descartables como una botella de gaseosa. En el final de El abogado del diablo, Al Pacino haciendo el papel de Lucifer mira la cámara y confiesa: "Vanidad, definitivamente, mi pecado favorito". 


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