sábado, 24 de agosto de 2013

La Hübris como falta


Por Daniel Link para Perfil


La mañana del viernes 16 de agosto me desperté sin internet y prendí, por eso, el televisor. Poco después de las noticias sobre los crímenes de la jornada y los choques en las rutas, el Sr. Nelson Castro, en un editorial, invocó su condición de médico para diagnosticar a la Sra. Fernández y decir que “sus médicos están preocupados” (como si acabaran de desayunar juntos). La Sra. Fernández, dijo el Sr. Castro, padecería de “sindrome de Hübris” (la palabra que designa a esa falta moral es griega, y se translitera como Hibris, pero la televisión decía Hubris).
Yo nunca había escuchado nada sobre tal síndrome, pero como la medicina inventa enfermedades según se van patentando medicamentos (hace muy pocos días supe que existía una rarísima “encefalitis de Hashimoto”, “descubierta” en 1966 y que hasta el 2005 había registrado apenas 200 casos), me dediqué a investigar el punto. Todo lo que encontré fueron referencias a los dichos del Sr. Castro e, hilando más atrás, a unas notas periodísticas en medios españoles que databan de 2012 y un artículo “científico” de David Owen yJonathan Davidson de 2009.
La descripción del síndrome propuesta por el Sr. Castro coincidía aproximadamente (la aproximación es la ley del juego de bochas, y también del comentario televisivo) con la paranoia, tal y como la describieron Johann Christian Heinroth (que inventó la palabra), el Presidente Schreber (que la pedeció), Sigmund Freud, Jacques Lacan, Salvador Dali, Theodor Adorno, Elías Canetti y Gilles Deleuze (entre los más grandes teóricos del fenómeno paranoico). Yo he leído yhe enseñado a todos ellos, de modo que reconocí de inmediato aquello de lo que el Sr. Castro hablaba y que adscribía a una “salud emocional” (noción bastante repugnante).
Mientras desgranaba la sintomatología del síndrome, el Sr. Castro se frotaba los dedos de las manos entrelazadas, con una fruición que me dio un poco de asco. Era como si es encarnación de Mr. Burns hubiera encontrado cierta felicidad malsana en una designación cientificista que ofende a la inteligencia al pretender ignorar el largo y paciente trabajo de la filosofía y del psicoanálisis para comprender (y eventualmente tratar) los desacomodos entre lo real y lo imaginario.
Sí, el paranoico se coloca en el lugar del Único, el resto último de una humanidad desaparecida y desfalleciente. Sí, la paranoia es una enfermedad del poder. ¿Pero por qué elegía el Sr. Castro decirla como “entidad médica” y no como el fundamento dela comunidad humana?
Cualquiera que ha estado en el lugar del descalificado sabe que la pseudo-ciencia es el recurso más a mano para que todos nos quedemos tranquilos: “la homosexualidad es una enfermedad” (¡un sindrome!) se dijo durante mucho tiempo.
El Sr. Castro se hundió en las aguas heladas del discurso paranoico al ponerse en el lugar del Único (mirando a los ojos a la soberanía), el que sobrevive al desmoronamiento de la especie. Eso es la Hübris.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ojala no te hayas perdido la mirada fulminante del neurologo periodista al Actor Psiquiatra Diego Peretti cuando en el programa de la señora Legrand se cago de risa del "diagnostico" diciendo "yo me río de esto".
Saludos
Adriana