viernes, 1 de agosto de 2014

La reentrée (2)

Que haya temas filosóficos de moda significa que hay modas, que hay mercado de ideas, pero también, que hay una cierta identidad en relación con determinadas figuras (o con el carácter indeterminado de esas mismas figuras, lo que las vuelve objeto de cualquier conjetura).
La filosofía de lo viviente (la biopolítica, pero también el modo en que se articulan signos y unidades de vida, seas éstas cuales fueran) ha dominado el cambio de milenio.
Las razones son muchas y no vale la pena explicarlas aquí, pero tienen que ver con la ruina del humanismo burgués y, al mismo tiempo, con el abandono de los paradigmas judeo-cristianos en la consideración de qué cosa es estar vivo: al mismo tiempo, el desmantelamiento de los dos grandes sistemas de comprensión de lo que vive todavía, el liberal y el judeo-cristiano.
span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">Paralelamente, el capitalismo se arrojó a formas cada vez más abyectas de explotación de la vida: criaderos intensivos de animales, semillas transgénicas, y otras aberraciones que ponen lo viviente al borde mismo de una catástrofe sin precedentes.
La literatura ha producido reflexiones memorables como la novela de Ishiguro Nunca me abandones (2005), que alcanza con delicadeza los límites mismos de lo pronunciable. Las ficciones televisivas (las series, bah) acompañan esa interrogación como pueden, con mayor o menor suceso.
Naturalmente, la incerteza sobre la vida es también, y al mismo tiempo, una incerteza sobre la muerte y el actual estado de barbarie (en cualquier parte, pero sobre todo en Argentina más que en cualquier otra parte: hace dos días unos ladrones atacaron a la madre de una amiga en plena calle, le sacaron cuatrocientos pesos, le dijero "no es suficiente" y la cagaron a golpes) y la desinhibición de las potencias destructivas (te mato por una bicicleta, la maté porque quería ganar ese concurso de talentos: CSI) no es sino la contraparte de una vida completamente desubicada de todo paradigma explicativo y de toda hipótesis de redención (incluso la revolucionaria).
span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">Helix, Extant, The Lottery aciertan al identificar el tema sobre el que hay que detenerse, pero fracasan en su tratamiento y en la pobreza de ideas que domina sus guiones. Penny Dreadfull, con su delicado desarrollo de problemas decimonónicos (la comunidad, la ciencia y lo viviente, la represión de las costumbres, la belleza y los impulsos sexuales secretos, los monstruos y la enfermedad, etc.) acierta no sólo en las figuras que elige y en la combinación que de ellas propone sino, sobre todo, en la perspectiva temporal (la inminencia de una transformación radical de las imágenes de vida).
Pero hay más: en The Leftovers (creada por Damon Lindelof y Tom Perrotta para HBO, a partir del libro homónimo publicado por Perrotta) ha sucedido una catástrofe: el 2 % de la población mundial ha desaparecido (literalmente: desvanecida) de la faz del planeta. El relato, protagonizado por un inesperadamente eficaz Justin Theroux, cuenta los modos en que ese suceso inexplicable puede ser procesado, cómo afecta a la comunidad (a la idea de comunidad, pero también a la comunidad establecida), cuál es la temporalidad propia de lo que vive todavía en un universo en el que cualquiera puede desaparecer en cualquier momento, etc. Las escenas que The Leftovers propone (cada una de ellas un pequeño ensayo) llevan el asunto hasta el límite de la irritación, y eso es lo más admirable de una serie que no ofrece explicaciones sino, por el momento, tan sólo interrogantes. Hay una secta nihilista de personas que han decidido abandonarse a la muerte (o acelerar ese proceso indetenible) y que pretenden captar adeptos para la causa de la nada. Pero hay también jóvenes para los cuales la noción de espera ya carece de sentido. Y otros que se implican en una trama redencionista de la que mucho no se sabe.
El casting es casi perfecto y los diálogos de una medida intensidad.
Y está The Strain, producción de Guillermo del Toro para FX a partir de un libro propio, con la colaboración de Carlton Cuse, uno de los autores de Lost (y su mano se nota).
Más volcada hacia el terror, la serie comienza con una crisis en un avión, que termina "muerto" en un galpón de aeropuerto, sin que se sepa bien por qué. Hay un cargamento de tierra no declarado en algo que parece un féretro (y lo es) de donde saldrá (en fin, es previsible) una especie de vampiro convocado para acabar con el mundo o para reconstruirlo sobre nuevas bases.
El protagonista es, como en Helix, un estudioso de las enfermedades y las epidemias. Lo acompaña Mía Maestro (y temblamos por la suerte de nuestra amiga, a quien no le reservan muertes gratas.
Qué es lo vivo y cómo salvarlo (o cómo aniquilarlo para siempre), se pregunta The Strain. Pues bien, seguiremos sus interrogaciones hasta las últimas consecuencias porque el relato es cautivante y tiene hallazgos que merecen subrayarse: aunque sucede en Nueva York, los escenarios son, mayormente, del otro lado del río: en Queens, en Brooklin, lo que permite que Manhattan funcione como un vago paisaje a la distancia.
Uno de los "sobrevivientes" de la tragedia del avión es un cantante de rock-punk (o algo gótico, nunca se lo escuchará cantar), muy entregado al sexo sin mayores compromisos. En algún momento (creo que en el tercer capítulo), ya dominado por la enfermedad, sobre la cual se sabe todavía poco, irá a orinar y, con el meo, quedará en el inodoro su aparato urinario. No es sólo una idea de lo vivo lo que aquí se juega, sino el estatuto mismo de los cuerpos, una vez que todo ha sido puesto en interrogación.
Y después vendrá AHS: Freak Show. No es un universo particularmente grato (al menos para mí), pero seguramente estará en línea con estos asuntos (mi hija ya la tiene entera, pero se resiste a pasármela, en nombre de la ética laboral). La dueña del circo será Jessica Lange, la que cuando era joven se sacaba fotos tomando cocaína. 
Cocaína, otro tema: como en los Estados Unidos el consumo de marihuana ha sido legalizado en la práctica en todos los estados, ahora la televisión hace campaña en favor de la cocaína. Pero eso es otro asunto...

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos artículos que algo tienen que ver con el tema de los alimentos :

Un site de empleos cita los oficios o profesiones en peligro de extinción
Entre ellos está el de granjero, trabajador rural, chacarero, etc. etc..

En un artículo Esther Vivas informa que cada vez hay menos campesinos en España:

" En 1900, el 70% de la población activa trabajaba en el sector agrícola; en 1950, ésta había disminuido hasta el 50% del total; en 1980, ya únicamente representaba el 19%; y en 2013, sumaba un escuálido 4,3%."

Supongo que en la Argentina los números deben ser parecidos.

A raíz de esto pensaba en qué películas o series de ciencia ficción se toca al tema de la producción de alimentos.

La primera que me vino a la memoria es "Cuando el Destino Nos Alcance" o Soylent Green en inglés.

Donde una corporación es la que maneja a los alimentos ante un mundo sobrepoblado y con poco acceso a ellos.

En la parte final nos enteramos de dónde vienen las famosas galletitas de Soylent (Que entre otras cosas decían que tenían soja).

Alguna otra serie o película que toque al tema de la alimentación, corporaciones, etc. etc..?

Saludos, muy buen post!

Julia dijo...

Empezamos a ver una serie canadiense: Continuum
http://www.imdb.com/title/tt1954347/
Parece divertida.

Creo que la única otra serie canadiense que vi era una de la que vos hablaste: la del ajedrecista ruso encerrado en un hotel cinco estrellas.